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Opinión

El liderazgo franco-alemán en tiempos del Brexit

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Brexit, Merkel

Cuando la crisis de la eurozona comenzó a manifestarse entre 2008 y 2009, la prensa francesa denominó “Merkozy” a la dupla conformada por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, canciller y presidente de Alemania y Francia, respectivamente.

A raíz de ello, tanto los diarios como sus propios equipos de prensa siguieron la tendencia de difundir fotografías donde aparecían juntos en las cumbres y foros internacionales.

De manera deliberada o no, las imágenes retrataban la relación especial, casi cariñosa, entre los mandatarios de dos de las principales economías de la Unión Europea.

Como en la política la forma es tan importante como el fondo, la cercanía entre ambos líderes tuvo el propósito de mostrar al proyecto europeo como un cruce de voluntades que podía y debía seguir solidificándose.

Estrategia electoral

Pero ese “matrimonio por conveniencia”, como le llamó en su momento The Telegraph, representaba, a los ojos de sus críticos, un pretexto para avanzar las agendas electorales de la canciller y el presidente.

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Una forma de probar a los votantes alemanes y franceses que la continuidad era la única opción posible para salvar a la UE de la crisis que la azotaba.

Merkollande

No obstante, el panorama cambió cuando François Hollande se convirtió en presidente de Francia tras ganar las elecciones de 2012.

Ese cambio en la brújula política del país galo –cuyo mandatario provino de las filas del Partido Socialista–, significó divergencias notables con el férreo control del déficit público y los planes de austeridad promovidos por Angela Merkel.

Para el sucesor de Sarkozy, lo apremiante era incentivar el crecimiento y suavizar las rigurosas políticas fiscales que apretaban demasiado el cinturón de los países europeos.

Pero, si bien el “Merkollande” no tuvo la misma fuerza simbólica que el tándem anterior, las diferencias ideológicas demostraron no ser insalvables y, poco a poco, el socialista francés respaldó en los hechos (aunque no siempre en el discurso) las tesis alemanas sobre la zona euro.

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Quizá en un giro de timón que contribuyó a su eventual pérdida de popularidad, Hollande relajó paulatinamente su plataforma política socialista, hasta encauzar su gobierno hacia un ensayo de la socialdemocracia con una marcada tendencia liberal.

 

Merkel

Foto: Reuters

La orquesta de Berlín

Diez años después de que estalló la recesión, el panorama financiero no ha cambiado tanto como cabría esperar.

Apenas en agosto pasado, la Troika (la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo) puso fin al rescate de Grecia que se echó a andar hace ocho años y que dominó todas las decisiones macroeconómicas en Atenas.

Pese a ello, la recuperación del país mediterráneo será larga y con altos costos sociales, que van desde recortes a la cultura hasta la desaparición de programas de apoyo a los desempleados.

En ese contexto, la variable constante sigue siendo la canciller alemana.

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Tras asumir como jefa del gobierno federal en 2005 (convirtiéndose en la primera mujer en lograrlo), Angela Merkel ha dirigido la orquesta europea durante un concierto caracterizado por las disonancias y los instrumentos desafinados.

Frente a la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, hay quien dice que la única líder del “mundo libre” es ella; una europeísta convencida y quien recibe de los alemanes el mote de mutti Angela (mamá Angela).

Sin reelección 

Pero como nada puede prolongarse para siempre, la originaria de Hamburgo anunció en octubre pasado que no buscará la reelección como líder de la Unión Cristiano-Demócrata, ni como canciller en 2021, cuando termine su mandato.

En consecuencia, su protegida Annegret Kramp-Karrenbauer, asumió el liderazgo del partido el pasado 07 de diciembre, bajo la consigna de que “el corazón de Europa reside en la CDU”.

En su discurso, prometió una continuación de la línea marcada por su mentora, pero advirtió sobre la necesidad de políticas migratorias más estrictas; un tema difícil de sortear para la actual canciller y que no estará exento de controversia en el futuro.

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Arde París

En la otra parte del eje Berlín-París se encuentra Emmanuel Macron, quien llegó al Palacio del Elíseo con una gran popularidad, tras fungir como Ministro de Economía de François Hollande.

Popularidad que, no obstante, se ha visto erosionada con singular rapidez. El líder de La République En Marche! se enfrenta a una crisis que ni el analista más perceptivo pudo vaticinar cuando el centrista se alzó con el triunfo electoral.

Las protestas de los llamados “chalecos amarillos”, que ya llevan casi tres meses en las calles, han pasado la factura a un gobierno que improvisa con incrementos de salarios y recortes a los impuestos con tal de aplacarlas.

Se rompió la burbuja y terminó la luna de miel.

Macron pasó de ser la cara de un movimiento fresco y con ideas políticas renovadoras, a ser tachado en la prensa como arrogante y “el presidente de los ricos”.

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Pero no sólo está en juego su popularidad al interior de Francia, sino también su credibilidad como un jefe de Estado capaz de influir en la agenda internacional; –léase, como abogado de la lucha contra el cambio climático y como mediador destacado en las relaciones entre Estados Unidos y Europa– y de actuar como contrapeso o segundo timonel de una Unión Europea convulsa.

 

Hollande

Foto: Reuters

La derecha avanza

Más aún, la crisis actual ha permitido que la extrema derecha avance posiciones al aprovecharse del descontento social generalizado.

De acuerdo con los sondeos realizados por el Instituto Francés de la Opinión Pública (IFOP), si ocurriesen elecciones en Francia, la ultraderechista Marine Le Pen le ganaría por dos puntos a Macron en la primera vuelta.

No sólo su presidencia quedó irremediablemente marcada por las protestas, sino que también se quedaron cortos los ambiciosos proyectos que había propuesto para Bruselas.

El divorcio interminable

Los retos de la Unión Europea son aún mayores si consideramos que no sólo su liderazgo se encuentra en la encrucijada, sino también el proyecto de integración mismo.

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Pese a que Bruselas logró impedir que la fiebre del Brexit se propagara a otros países de la unión (por lo menos hasta el momento), el que uno de los países que ingresaron desde 1973 haya decidido separarse, supuso una sacudida en los cimientos.

Sin embargo, los papeles del divorcio se están demorando más de lo esperado.

Faltando menos de dos meses para la salida definitiva del Reino Unido, Theresa May se vio obligada a frenar la votación en el Parlamento del acuerdo que ya se había logrado entre el gobierno británico y la Comisión Europea.

Cual Carlota de Habsburgo, la primera ministra británica emprendió a finales del año pasado una gira por Europa, buscando el apoyo para modificar un acuerdo que fue recibido con escepticismo por el poder legislativo de su país.

El respaldo que no encontró en casa también le fue negado por los principales mandatarios europeos y por el ejecutivo comunitario, quienes le dejaron claro que no habrá un segundo texto.

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El acuerdo se queda como está y no habrá renegociaciones.

«Plan B»

Pero el golpe más contundente que recibió su gobierno ocurrió el pasado 15 de enero, cuando la votación sobre el plan de salida perdió en el parlamento al obtener 202 votos a favor y unos aplastantes 432 en contra.

Tras la derrota, el mes pasado presentó al Parlamento un “Plan B” que en esencia mantiene lo establecido en el acuerdo anterior.

La piedra en el zapato de Londres sigue siendo la cuestión de la frontera con la República de Irlanda, quien ha dejado claro que permanecerá en la UE.

Todo ello deja en evidencia la nula capacidad de acuerdo que mantiene al Reino Unido sumido en una profunda crisis política.

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Frente a un escenario como ese, tanto Londres como Bruselas se preparan con planes de contingencia que mitiguen los efectos de una posible salida sin acuerdo definitivo, que, seguramente terminará por ocurrir cuando venza el plazo de salida el 29 de marzo.

Foto: AFP

Alto costo

Si esta parálisis que aqueja Westminster no termina antes de febrero, lo que comenzó como una sorpresiva y contundente decisión celebrada por los sectores más conservadores, terminará en un completo desastre que pagará el país entero.

Pese al caos, no debemos olvidar que el Brexit no es otra cosa que la culminación del euroescepticismo que siempre ha mostrado el Reino Unido frente a una unión que implica ceder soberanía a las instituciones supranacionales; especialmente si dichas instituciones funcionan de acuerdo con lo dictado por Alemania.

Como en su momento declaró el ex–primer ministro Gordon Brown, al respecto de la crisis de la deuda, “allá donde había fiesta, los alemanes suministraron la bebida”.

La casa en orden

¿Qué sigue, entonces, para la UE y la dupla Berlín-París?

Seguramente Merkel y Macron esperan que este 2019 traiga consigo un bono de legitimidad que les garantice la continuidad que tanto anhelan para el proyecto europeo (o un milagro, en el caso de Macron).

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May, quien acaba de salvarse de un vote of no-confidence (moción de censura), probablemente pasará a la historia como la mujer que pagó los platos rotos, después de que David Cameron dejase caer la vajilla.

Si al final de 2008 se debatía la crisis de la deuda, ahora, al iniciar el 2019, además de los remanentes de aquellas crisis sin fin, también se debate el futuro del proyecto europeo.

Decía Jacques Attali, antiguo consejero de Mitterrand, que Francia y Alemania son responsables de organizar el suicidio de Europa a lo largo del siglo XX.

Es entonces natural que ambos, en cuanto que arquitectos de la UE, sean los responsables de consolidar una unión política y económica que parece tambalearse en un contexto donde la desunión es la norma.

Después de todo, es en las relaciones franco-germanas donde se hallan las claves para entender un proceso de integración.

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Inició desde 1957 y se consolidó en Maastricht en febrero de 1992 (apenas la semana pasada se cumplieron 27 años desde que se definieron las bases para la unión política).

Un proceso que, no obstante, no puede seguir reproduciendo los mecanismos de antaño.

Ratifican armisticio

Conscientes de su papel, Merkel y Macron protagonizaron un momento simbólico el pasado 10 de noviembre, cuando ratificaron en Compiègne el armisticio que puso fin a la Gran Guerra, hace cien años.

Y es que es imprescindible dejar las rivalidades históricas en el pasado y pensar en soluciones comunes para los todavía veintisiete integrantes.

En fórmulas de representatividad política que hagan frente a los crecientes discursos anti-UE que surgen a lo largo de Europa.

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Como apunta Thomas Piketty, una democratización de las instituciones comunitarias es urgente, pues al reducir la desigualdad se invierte en el futuro de todos los ciudadanos europeos.


 

Cristian J. Vargas Díaz. Es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de Guadalajara, e “intrigoso” como consecuencia. Les debe a Ray Bradbury, Juan Rulfo y Thomas Mann su gusto por la literatura y su vejez prematura. Cinéfilo y “seriéfago” enfermizo, sigue aprendiendo a escribir.

 

 

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Etiquetas:     Intenacional   UE      Macron

 

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Opinión

México necesita mejores universidades públicas

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México necesita mejores universidades públicas

El Foro sobre Evaluación en la Educación Superior, organizado por Mara Robles Villaseñor en Guadalajara, Jalisco, fue un espacio esencial para discutir uno de los temas más relevantes y menos abordados en el ámbito educativo: la evaluación en las universidades mexicanas. Este foro se vuelve particularmente importante en un contexto marcado por una serie de transformaciones institucionales.

A nivel federal, la creación de la nueva Secretaría de Educación Superior refleja un reconocimiento de la importancia estratégica de este nivel educativo, mientras que a nivel local, Jalisco se enfrenta a cambios importantes, como la renovación de la rectoría en la Universidad de Guadalajara (UdeG) y la inminente transición del gobierno estatal.

Mara Robles, en su papel como moderadora del foro, subrayó la falta de discusión sobre la evaluación en la educación superior, señalando que, a diferencia de la educación básica, donde este tema ha estado en el centro del debate público por años, las universidades han quedado relegadas a un segundo plano en términos de evaluación. Según Robles, este es el momento para que la educación superior sea evaluada desde una base técnica y académica rigurosa, elevando la calidad del debate y evitando discusiones infundadas.

La relevancia de esta discusión no puede ser subestimada, especialmente en un contexto donde las universidades y el sistema educativo en general enfrentan una serie de desafíos sociales y económicos. La evaluación, en este sentido, es una herramienta fundamental no solo para certificar la calidad académica, sino también para mejorar los procesos internos y garantizar que las universidades cumplan su rol en el desarrollo de la sociedad.

Durante el foro, se abordaron múltiples perspectivas sobre el papel de la evaluación en las universidades. Pedro Alejandro Flores Crespo propuso un enfoque centrado en el “bien común”, argumentando que la evaluación no debe reducirse a la certificación, sino que debe considerar las relaciones humanas y los procesos que ocurren dentro de la comunidad académica.

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Esta visión, en medio de los cambios que enfrenta la UdeG y otras instituciones, es crucial para reorientar el sistema educativo hacia el desarrollo integral de estudiantes y docentes.

Otro de los ponentes, Felipe Martínez Rizo, destacó la importancia de evaluar el aprendizaje en el aula desde una perspectiva crítica y sofisticada. Subrayó que la evaluación no debe limitarse a los niveles más bajos del aprendizaje, como la memorización, sino que debe aspirar a medir la creación de conocimiento y el razonamiento crítico en los estudiantes .

Asimismo, Eduardo Backhoff Escudero, experto en evaluación educativa, introdujo un tema clave: la inteligencia artificial (IA) como herramienta para mejorar los procesos de evaluación. Backhoff señaló que la IA tiene el potencial de transformar la evaluación del aprendizaje al proporcionar retroalimentación en tiempo real y ofrecer una personalización más efectiva del proceso educativo. Sin embargo, también advirtió sobre la necesidad de normar su uso y formar a los docentes para evitar dependencias excesivas o malas prácticas .

Este foro no solo abrió el debate sobre la evaluación en la educación superior, sino que también dejó sobre la mesa incógnitas fundamentales que deben seguir siendo discutidas. ¿Cuál es la función esencial de las universidades en México? ¿Qué tipo de universidades públicas queremos y necesitamos para enfrentar los desafíos contemporáneos del país? Y, quizá lo más complejo, ¿cómo podemos conciliar la necesidad de una evaluación rigurosa y justa con el respeto a la autonomía universitaria? Estas preguntas son claves para entender el futuro de la educación superior en México.

El foro nos invita a reflexionar sobre cómo podemos construir un sistema educativo que no solo sea eficiente, sino que también promueva la libertad académica y sirva como motor de desarrollo social. En un contexto de cambios políticos e institucionales, estas cuestiones se vuelven aún más urgentes y, sin duda, merecen una atención constante en los debates que están por venir.

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Sobre el autor

Humberto Mendoza es un profesional comprometido en el campo del diseño y evaluación de políticas públicas en Jalisco. Es licenciado en Administración Gubernamental y Políticas Públicas Locales por la Universidad de Guadalajara con un Máster en Antropología en la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente, lidera el Órgano Técnico de Administración y Planeación Legislativa en el Congreso de Jalisco.

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Opinión

Nuevo proyecto educativo para Sheinbaum

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El reciente foro “Propuestas Educativas para Nuevos Gobiernos”, organizado en el Congreso del Estado de Jalisco

El reciente foro “Propuestas Educativas para Nuevos Gobiernos”, organizado en el Congreso del Estado de Jalisco el pasado 11 de julio, no solo reunió a las principales voces en el ámbito educativo, sino que planteó con claridad los retos y las oportunidades para el próximo gobierno de la presidenta electa Claudia Sheinbaum.

Este foro, convocado y liderado por la incansable diputada Mara Robles, puso sobre la mesa las propuestas más urgentes y necesarias para transformar la educación en nuestro País.

A las 10:30 horas, figuras de renombre como Sylvia Schmelkes, Sylvia Ortega, Martha Vergara y Enrique Velázquez se dieron cita en el Patio Constituyentes del Congreso para discutir las reformas que se requieren para enfrentar los desafíos actuales en la educación. Cada uno de estos expertos presentó recomendaciones específicas que, si son adoptadas por el próximo gobierno, podrían dar un giro crucial al sistema educativo mexicano.

Mara Robles destacó su apoyo a Claudia Sheinbaum, reconociendo su trayectoria como defensora de la educación pública y como académica de alto nivel. Subrayó que el objetivo de este foro fue garantizar que las propuestas de los expertos lleguen a las autoridades nacionales y se conviertan en acciones concretas.

“La educación debe ser una prioridad estratégica”, afirmó Robles, convencida de que este es el momento para relanzar el debate educativo no solo en Jalisco, sino en todo el País.

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Sylvia Schmelkes, por su parte, insistió en la necesidad de recuperar la percepción de la educación como un derecho humano fundamental, lamentando el impacto negativo que la pandemia ha tenido en la matrícula escolar, especialmente en las comunidades rurales e indígenas. Schmelkes planteó que es urgente mejorar los resultados de aprendizaje en habilidades básicas como la lectura y las matemáticas, y pidió al nuevo gobierno que invierta más en educación, no solo en cantidad, sino también en calidad y equidad .

Sylvia Ortega ofreció una perspectiva más estructural, sugiriendo una reforma educativa integral que aborde los cambios demográficos, tecnológicos y ambientales que impactan al país. Ortega abogó por una coordinación intersectorial que permita a la educación ser un verdadero motor de transformación social y económica .

El diputado Enrique Velázquez también puso sobre la mesa propuestas clave, señalando que la educación debe ser vista como una herramienta crucial para reducir la pobreza. Velázquez destacó la importancia de vincular los programas sociales con la educación para evitar la deserción escolar, además de una mayor inversión en áreas clave como matemáticas y lectura .

Finalmente, Martha Vergara hizo un llamado urgente para mejorar la infraestructura educativa en Jalisco y en todo el país, señalando que sin instalaciones adecuadas y suficientes, los esfuerzos por mejorar la calidad educativa estarán condenados al fracaso

La pregunta que nos deja el foro no es si podemos hacerlo, sino si Claudia Sheinbaum está dispuesta a ser la líder que transforme la educación en México. Ya no hay espacio para la tibieza. ¿Será Claudia la presidenta que finalmente ponga a la educación en el centro de su agenda, o permitirá que se pierda esta oportunidad histórica?

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El momento es ahora, y la educación no puede esperar. Si el nuevo gobierno toma decisiones firmes desde el principio, esta podría ser la administración que logre lo que tantas otras han prometido sin cumplir. Claudia tiene el poder y la visión para hacerlo, y México espera que se atreva a dar ese paso.

Sobre el autor

Humberto Mendoza es un profesional comprometido en el campo del diseño y evaluación de políticas públicas en Jalisco. Es licenciado en Administración Gubernamental y Políticas Públicas Locales por la Universidad de Guadalajara con un Máster en Antropología en la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente, lidera el Órgano Técnico de Administración y Planeación Legislativa en el Congreso de Jalisco.

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Órganos autónomos en la mira: El debate sobre su desmantelamiento 

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El debate sobre la propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador para eliminar varios órganos autónomos en México ha generado posiciones encontradas. Escribe Humberto Mendoza
El debate sobre el desmantelamiento de los órganos autónomos marcará la agenda legislativa. Foto: Especial.

El debate sobre la propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador para eliminar varios órganos autónomos en México ha generado posiciones encontradas. Por un lado, el oficialismo defiende la medida como una forma de racionalizar el gasto público y redirigir recursos hacia programas prioritarios, mientras que la oposición y diversos sectores de la sociedad ven en esta acción un riesgo para la transparencia, la rendición de cuentas y el equilibrio de poder.

Argumentos a favor: Austeridad y eficiencia

Los defensores de la propuesta del presidente destacan que la eliminación de estos órganos autónomos podría generar un ahorro significativo para el erario. Según estimaciones del propio López Obrador, se podrían liberar más de 100 mil millones de pesos que, en su visión, podrían destinarse a programas sociales y proyectos estratégicos que beneficiarían directamente a la población, como las pensiones para adultos mayores.

Además, se argumenta que muchos de estos organismos, creados en un contexto de desconfianza hacia el Poder Ejecutivo en los años noventa, ya no cumplen con su propósito original de manera eficaz. Los críticos de los órganos autónomos señalan que estos, en ocasiones, han caído en la burocratización y la falta de transparencia que se suponía debían combatir. Ejemplos como la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) y el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) han sido señalados por no cumplir completamente con sus objetivos, lo que cuestiona la justificación de su existencia independiente.

Otro punto a favor de la iniciativa es la idea de que estos órganos autónomos operan de manera aislada del Poder Ejecutivo, lo que podría hacerlos menos sensibles a las demandas y necesidades del electorado. Al incorporar sus funciones dentro de las secretarías de Estado, se busca que estas decisiones respondan más directamente a las políticas públicas del gobierno en turno, lo que, según los defensores, podría generar una mayor coherencia en la implementación de políticas.

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Argumentos en contra: Transparencia y equilibrio de poderes

Por otro lado, los opositores a la medida advierten que la desaparición de estos órganos autónomos podría debilitar los contrapesos esenciales en una democracia. Estos organismos fueron creados para garantizar que ciertas decisiones técnicas y de regulación no estuvieran sujetas a las fluctuaciones políticas, manteniendo así un grado de independencia necesario para la estabilidad institucional.

Un ejemplo citado frecuentemente es el del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), que ha jugado un papel crucial en la promoción de la transparencia gubernamental. Sin la autonomía que le permite actuar sin la influencia directa del ejecutivo, existe el riesgo de que las prácticas de opacidad y falta de rendición de cuentas se intensifiquen.

Además, la propuesta del presidente ha sido criticada por su falta de claridad en cuanto a cómo se gestionarán las funciones de estos órganos una vez que se integren en las secretarías de Estado. La ausencia de un plan detallado de reingeniería institucional y presupuestal genera incertidumbre sobre si las secretarías tendrán la capacidad técnica y los recursos necesarios para asumir estas responsabilidades sin que se vea afectada la calidad del servicio público.

También se han planteado preocupaciones respecto a los compromisos internacionales de México, como los establecidos en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Algunos de los órganos en riesgo de desaparecer, como la Cofece y el IFT, son fundamentales para cumplir con las obligaciones de regulación económica exigidas por estos acuerdos internacionales. Su eliminación podría traer repercusiones negativas en las relaciones comerciales y económicas de México con sus socios internacionales.

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Un futuro en juego

En resumen, el debate sobre la eliminación de los órganos autónomos en México enfrenta posturas bien definidas. Por un lado, se busca reducir el gasto público y centralizar las funciones en el Ejecutivo para una mayor coherencia en la implementación de políticas. Por otro, se teme que esta medida socave los contrapesos democráticos y la transparencia, pilares fundamentales en una democracia moderna.

El desenlace de esta iniciativa aún está por definirse, y dependerá en gran medida de cómo se aborden las preocupaciones y se presenten soluciones claras para garantizar que, de llevarse a cabo, la eliminación de estos organismos no signifique un retroceso en la calidad de la gobernanza y en los derechos de los ciudadanos. En este sentido, es crucial que el debate se mantenga abierto, informado y centrado en el interés público.

Sobre el autor

Humberto Mendoza es un profesional comprometido en el campo del diseño y evaluación de políticas públicas en Jalisco. Es licenciado en Administración Gubernamental y Políticas Públicas Locales por la Universidad de Guadalajara con un Máster en Antropología en la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente, lidera el Órgano Técnico de Administración y Planeación Legislativa en el Congreso de Jalisco.

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