Opinión

La democracia en Brasil

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La democracia en Brasil es relativamente joven, al igual que en otros países del Cono Sur, debido a los regímenes dictatoriales que tuvieron en la década de los 70´s y mediados de los 80´s. En el caso del país más poblado de América Latina (más de 211 millones de habitantes), el primer gobierno democrático post dictadura, comenzó en 1985 con la presidencia de José Sarney; en su gobierno se restauraron las libertades civiles y se estableció una nueva constitución en la que se retoma la elección presidencial directa, con la que se sella el proceso democratizador.

Si revisamos la historia política de Brasil post democracia, el Partido de los Trabajadores (PT) adquiere un papel relevante, ya que es uno de los más grandes e importantes del país, formado a partir de los movimientos obreros que eran afines a las ideas socialdemócratas, cuyos números en temas de votación, siempre han estado en los primeros lugares desde la restauración de la democracia. En 2002 logra la presidencia del país de la mano del líder obrero, Luiz Inácio Lula da Silva, quien posteriormente se reelige y da paso al gobierno de su compañera de partido,
Dilma Rousseff, quien logra convertirse en la primera mujer presidenta en la historia.

Sin embargo, debido a escándalos de corrupción que envolvían a distintos funcionarios del gobierno del partido petista (PT), la recesión económica y el desempleo, ocurrió en Brasil, un fenómeno similar al de Estados Unidos con Donald Trump, ya que en los comicios de 2018, el derechista Jair Bolsonaro se hizo con el triunfo, después de una campaña plagada de frases preocupantes a favor de la dictadura, dichos homofóbicos, racistas, clasistas y “políticamente incorrectas”, que fueron las que precisamente llamaron al electorado en Brasil.

Los gobiernos de izquierda en el país de la “Verde-amarela” no solo se caracterizaron principalmente por el cambio de discurso político, el modelo económico, la ampliación y conquista de derechos a través de distintos programas y políticas públicas, por otro lado, podemos observar procesos sociales similares, donde se pretende la existencia de una sola ruta y una voz válida (oficialista), seguida de un pragmatismo político que polariza a una sociedad, donde el poder económico sigue estrechamente ligado al conservadurismo y que ante políticas progresistas que tocan sus privilegios, se siente amenazado y actúa, en este caso, llevando a Bolsonaro al poder.

Tras 4 años en el poder, Jair Bolsonaro buscó nuevamente la presidencia de Brasil, en las elecciones del día de ayer, donde se enfrentó al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en la primera vuelta, quedando los resultados de la siguiente manera: Lula, 48.4 % y Bolsonaro, 43.2% de la votación total. Al no alcanzar más del 50% de la votación total, ambos se presentarán a una segunda votación como candidatos únicos, el 30 de octubre, es decir en un mes, donde ambos deberán modificar la estrategia para lograr atraer al resto de votantes que participó en la jornada e incluso a aquellos que no se sintieron representados y no acudieron a ejercer su derecho al voto.

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Esta segunda vuelta se da en un contexto, donde recientemente en América Latina, en Chile y Colombia, los candidatos de izquierda lograron convencer a la mayoría del electorado, para tener triunfos contundentes sobre la derecha. El caso de Brasil es particular, porque existe gran parte de la población desencantada con la imagen de Lula y otra gran parte, que lo sigue teniendo en una figura de líder indiscutible, que puede ser la solución para los problemas actuales que vive Brasil. Sin embargo, el discurso de Bolsonaro puede permear en sectores que aunque no simpaticen con él, prefieran continuar con la actual administración, a un cambio en el statu quo, dada la experiencia de gobiernos petistas anteriores. Hay que estar muy al pendiente y no perderle el ojo a Brasil, porque en este mes, seguramente veremos movimientos interesantes previos a la segunda vuelta, ya que como en el fútbol, sería el equivalente a los tiempos extra y la estrategia para logra resistir y anotar gol, debe ser diferente a los 90 minutos iniciales.

Nos leemos la siguiente semana con mejores noticias y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

 

Sobre el autor
Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.

 

 

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