Opinión
La Guardia Nacional a la Sedena, un paso más hacia la militarización
Hace una semana, el presidente López Obrador, anunció en su conferencia de prensa matutina, que la Guardia Nacional dependerá por completo de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), a través de un decreto donde el Ejército asumirá el control operativo y administrativo del cuerpo de seguridad que en 2019, se anunció como una institución que tendría un mando civil, lo cual nunca ocurrió en realidad, a pesar de que el acuerdo original dictaba que para dar luz verde a su conformación, la nueva corporación tuviera un mando civil.
“Voy a emitir un acuerdo para que ya por completo la Guardia Nacional dependa de la Sedena y esperamos el resultado de la reforma (…) Lo que quiero es que quede establecido constitucionalmente para que no le den marcha atrás porque si lo dejamos sin reforma constitucional va a permanecer pero lo que no quiero es que pase con la Guardia Nacional lo mismo que con la Policía Federal Preventiva, que la dejaron suelta dependiendo de políticos y se echó a perder, se corrompió. Queremos que la Guardia Nacional quede inscrita a la Defensa como las Fuerzas Aéreas y otras ramas que tienen que ver con la defensa”.
Para distintos analistas en materia de Seguridad Pública, la inclusión (y la manera en que se plantea hacerlo) de la GN a las Fuerzas Armadas, prende las alarmas nuevamente en torno a la militarización que México ha vivido durante este último sexenio, acciones contrarias a lo que el presidente López Obrador venía anunciando en sus 12 años de campaña, sobre sacar a los militares de las calles y devolverlos a sus cuarteles.
Para Tadeo Luna de la Mora, responsable de Seguridad y Justicia en el Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, SJ (IDHIE) de la Universidad Iberoamericana de Puebla, recurrir a las fuerzas castrenses para rescatar el orden público, puede tener costos muy altos en materia de derechos humanos y democracia.
Actualmente, la institución es un órgano desconcentrado que depende de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana con Luis Rodríguez Bucio como su Comandante General, un ex militar en retiro. Al día de hoy, 3 de cada 4 de sus elementos provienen de las Fuerzas Armadas, y sus mandos siguen un patrón similar de preponderancia castrense, según la información revelada por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro.
Por otro lado, la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) México, ha insistido en el fortalecimiento de las instituciones civiles en México, asegurando el carácter civil de las corporaciones de seguridad y haciendo énfasis en que el uso de las Fuerzas Armadas, en tareas de seguridad pública es excepcional. La oficina de la Alta Comisionada, termina su petición instando a que la naturaleza civil de la Guardia Nacional y de la seguridad pública consagrada constitucionalmente, sea mantenida.
Los hechos han demostrado que la militarización de la seguridad no ha significado una reducción de la violencia, por el contrario, aumenta el riesgo de violaciones a los derechos humanos y la ocurrencia de delitos. La realidad que vivimos durante la última semana en Jalisco, Guanajuato, Chihuahua y Baja California es la prueba más clara de que la estrategia de seguridad pública ha fracasado y que la Guardia Nacional no se ha terminado de consolidar, pero ¿la Sedena es la mejor institución para dirigirla? ¿Qué otras opciones hay para evitar que ocurra lo mismo que con la Policía Federal Preventiva?
Nos leemos la siguiente semana con mejores noticias y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.
Sobre el autor
Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.