Opinión

La sangrienta batalla por Teocaltiche: ¿y el gobierno de Jalisco?

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La sangre ha teñido las calles y paisajes de Teocaltiche, municipio jalisciense, pintándolo con los oscuros colores de la violencia. Durante años, este rincón del estado de Jalisco se ha convertido en el telón de fondo de una batalla encarnizada entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa (CS). Esta guerra no solo ha arrebatado vidas, sino también ha saqueado la paz y la normalidad de la vida cotidiana de sus habitantes.

Teocaltiche no es solo una zona marcada por las balas y la muerte; es una muestra de un Estado que, en su impotencia, ha sido incapaz de recuperar el control de su propio territorio. Los tres niveles de gobierno parecen haber claudicado ante el poderío del crimen organizado.

La prueba de este descontrol la vivimos en 2021, cuando alrededor de 600 habitantes tuvieron que abandonar sus hogares de la noche a la mañana. El motivo: los enfrentamientos entre cárteles. Este desplazamiento forzado no solo evidencia la falta de seguridad, sino también el nivel de vulnerabilidad en el que viven los ciudadanos.

La reciente muerte de dos policías municipales en circunstancias dudosas y las contradicciones en las versiones oficiales, junto con la masacre del 15 de septiembre en la que fueron asesinadas 6 personas, evidencian que la situación no da tregua. No solo eso, la tardía y negligente respuesta del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, al entregar cuerpos en estado de descomposición, refleja una falta de humanidad y de compromiso con las víctimas y sus familiares.

Los hechos y evidencias abundan, pero la solución sigue siendo esquiva. ¿Es la falta de voluntad política o simplemente la impotencia ante un enemigo mejor armado y financiado? ¿Quieren y no pueden, o pueden y no quieren? Independientemente de la respuesta, lo que es indiscutible es que los habitantes de Teocaltiche merecen paz, merecen vivir en tranquilidad y merecen un gobierno que enfrente y resuelva los problemas.

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La tragedia de Teocaltiche no es un caso aislado, pero se ha convertido en un símbolo de lo que sucede en muchas regiones del País. Es urgente que busquemos soluciones integrales, donde la justicia, la transparencia y el bienestar de la población sean las prioridades. Por Teocaltiche y por Jalisco, no podemos seguir siendo espectadores de nuestra propia desgracia.

 

 

Sobre el autor
Humberto Mendoza es un profesional comprometido en el campo del diseño y evaluación de políticas públicas en Jalisco. Es licenciado en Administración Gubernamental y Políticas Públicas Locales por la Universidad de Guadalajara con un Máster en Antropología en la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente, lidera el Órgano Técnico de Administración y Planeación Legislativa en el Congreso de Jalisco.

 

 

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