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Opinión

Salinas de Gortari, la desdemonización del neoliberalismo

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Las críticas al sexenio de Carlos Salinas de Gortari, aunque persistentes, a menudo simplifican una época de profundos cambios.

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Sí, fue el secretario de Programación y Presupuesto de Miguel de la Madrid, pero en lugar de ser una debilidad, esta experiencia le dio un conocimiento invaluable de la crisis económica. No llegó a la presidencia sin entender la magnitud de los problemas del país, lo que le permitió proponer soluciones audaces.

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Además, aunque se le ha tildado de «neoliberal», esta ideología fue la herramienta que permitió a México escapar del estancamiento y la inflación galopante. La economía de la 4T, anclada en ideologías opuestas, ha demostrado que las soluciones simplistas no funcionan y que un enfoque práctico y orientado al crecimiento es necesario para el País.

El tema de las elecciones de 1988 y la supuesta «caída del sistema» sigue siendo la principal arma de la izquierda. Sin embargo, a pesar de las acusaciones, el fraude nunca fue probado legalmente.

La narrativa del fraude ha servido como un conveniente pretexto para la oposición, pero el hecho es que el sexenio que siguió a esas elecciones no fue el desastre que se predijo, sino un periodo de estabilidad y crecimiento.

Si bien la reprivatización bancaria tuvo fallas que contribuyeron a la crisis de 1994, el objetivo era modernizar un sistema financiero obsoleto, algo que hoy contrasta con un gobierno que no ha impulsado el desarrollo ni ha generado la confianza necesaria para atraer inversión.

El regreso de Carlos Salinas de Gortari al PRI es imperativo. A pesar de su edad, su mente lúcida y su vasta experiencia lo convierten en el líder ideal para renovar un partido en crisis.

Los puristas del PRI que se escindieron en su momento, como Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez y Porfirio Muñoz Ledo, lo hicieron porque Salinas optó por modernizar el partido y el país, buscando un enfoque tecnocrático y profesional sobre la lealtad política. Esa misma tecnocracia, despreciada por la 4T, es lo que hoy hace falta para gobernar con resultados, no con eslóganes.

El regreso de Salinas no es un retroceso, sino una apuesta por la experiencia, el conocimiento y la audacia que hoy escasean en la política mexicana.

No se puede negar la corrupción de su época, incluyendo los escándalos que involucraron a su hermano Raúl Salinas de Gortari, ni el hecho de que se fue al exilio. Pero es una falacia argumentar que la corrupción es exclusiva de su sexenio.

La 4T, que prometió erradicarla más de treinta años después, ha demostrado que la corrupción es un problema sistémico que trasciende ideologías, con casos como los de los hijos de Andrés Manuel López Obrador, que recientemente tramitaron una demanda de amparo contra probables órdenes de aprehensión en su contra, el «huachicol fiscal» y las asignaciones directas de contratos.

El PRI se debilitó, sí, pero no por la culpa de un solo hombre, sino por la apertura política que él mismo inició, que dio paso a un sistema de partidos más competitivo.

La política neoliberal es una doctrina económica que prioriza la libertad de mercado, la reducción de la intervención del Estado en la economía y el impulso a la iniciativa privada. Se basa en la idea de que la competencia, la privatización de empresas estatales, la desregulación y la apertura comercial son la mejor vía para generar crecimiento, eficiencia y prosperidad.

Para los defensores de esta política, el papel del gobierno debe ser limitado a garantizar la estabilidad macroeconómica, el respeto a la propiedad privada y la seguridad jurídica. Un claro ejemplo de esta política fue la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que abrió las fronteras de México y lo insertó en la economía global, atrayendo inversión y fomentando la competitividad de las empresas nacionales.

La comparación entre la política neoliberal de Salinas y el modelo económico de la 4T, basado en la austeridad republicana y la intervención estatal, muestra dos visiones opuestas. Si bien el modelo neoliberal generó crecimiento y estabilidad, también tuvo sus costos sociales y concentró la riqueza.

En contraste, la 4T ha priorizado el gasto social y la inversión en proyectos públicos, pero a costa de un nulo o escaso crecimiento económico y un estancamiento en la inversión.

La falta de crecimiento económico en la actual administración (donde se ha tenido un promedio de crecimiento de 0.5% anual) y el aumento en la inseguridad y corrupción, que ha afectado a la ciudadanía, ha llevado a un debate sobre si la política de la 4T es realmente mejor para el País.

En un mundo cada vez más competitivo, la política neoliberal, que impulsa la eficiencia y la apertura, parece ser la opción más viable para el crecimiento.

La victoria de Carlos Salinas de Gortari en las elecciones de 1988 es, sin duda, el pilar sobre el que se construyó gran parte de la narrativa de la izquierda en México. Fue en ese proceso electoral que la figura de Cuauhtémoc Cárdenas, junto con la de Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, se consolidó como la de un líder moral que fue despojado del triunfo. Sin embargo, para entender la verdadera importancia de la victoria de Salinas, es crucial ir más allá de la polémica y analizar las consecuencias.

La línea política y económica que defendían Cárdenas, Muñoz Ledo y Martínez, basada en un nacionalismo económico y en el cierre de fronteras, hubiera generado, a todas luces, la imposibilidad de la firma del TLCAN en 1994. Su visión era diametralmente opuesta a la apertura comercial que Salinas impulsaba.

De haber ganado la izquierda en 1988, México se habría enfrentado a un escenario catastrófico, con dos décadas perdidas. El País habría continuado su camino de estancamiento económico, inflación incontrolable y una profunda crisis de deuda.

La decisión de Salinas de Gortari de avanzar con las reformas estructurales y la apertura comercial, a pesar del enorme riesgo político que implicaban, fue la única que permitió a México escapar del abismo económico. El TLCAN no fue un capricho; fue la jugada maestra que aseguró la entrada de inversión extranjera, la modernización de la industria y la estabilización de los precios.

La victoria de Salinas no sólo fue un triunfo electoral, sino que fue una victoria del pragmatismo económico sobre la ideología. De ahí el profundo odio que a la fecha se refleja en la izquierda, y que hoy es un estandarte tanto para Andrés Manuel López Obrador como para Claudia Sheinbaum.

La discusión sobre la política económica neoliberal no puede quedarse en la teoría; los números cuentan la historia real. El sexenio de Carlos Salinas de Gortari, a pesar de sus controversias, se distinguió por una notable mejora en los indicadores macroeconómicos.

El Producto Interno Bruto (PIB) de México tuvo un crecimiento promedio anual del 4% (1989-1994). Este dinamismo fue un respiro después de la «década perdida» de los años 80, demostrando que la apertura y la inversión privada eran motores efectivos para la economía.

En contraste, el gobierno de la 4T (2019-2024), con su enfoque en la austeridad, ha visto un crecimiento promedio anual de apenas 0.5%, registrando incluso una contracción en 2019, 2020 y 2021. Este estancamiento es la prueba más contundente de que el modelo actual no ha logrado generar la prosperidad prometida.

La inversión extranjera directa es otro indicador crucial. Durante el sexenio de Salinas, el flujo de inversión extranjera directa (IED) se disparó gracias a la certidumbre que generó el TLCAN.

En 1994, la IED alcanzó los 11.1 mil millones de dólares, una cifra récord para la época. Bajo la 4T, a pesar del renovado T-MEC, el flujo de inversión ha sido inestable y ha dependido en gran medida del nearshoring y las remesas, no de una estrategia de gobierno clara y consistente.

Esto se refleja en la falta de creación de nuevas empresas y la reducción del empleo formal, algo que es vital para la economía familiar.

El empleo y el nivel de vida son los indicadores que la gente siente más. La política económica de Salinas, aunque con sus críticas, generó miles de empleos y elevó el nivel de vida de la clase media, con un aumento en la capacidad de consumo.

La tasa de desempleo se mantuvo baja, y el poder adquisitivo se recuperó tras años de inflación descontrolada. Por el contrario, la 4T ha visto un crecimiento de la economía informal y una precariedad laboral en sectores clave, y aunque el salario mínimo ha aumentado, la inflación actual (3.57%) erosiona ese poder de compra, afectando la estabilidad de los hogares mexicanos.

El regreso de Carlos Salinas de Gortari a la vida pública no es un capricho; es una necesidad. Su experiencia en el manejo económico, su capacidad para generar consensos y su visión de largo plazo son un contrapeso directo al modelo que ha estancado a México. Su liderazgo, orientado a la eficiencia y el crecimiento, es la única vía para que el PRI recupere su relevancia y ofrezca al país un futuro de prosperidad y estabilidad.

El salario mínimo: la dura medicina para curar la hiperinflación

El argumento de que Carlos Salinas utilizó el salario mínimo como ancla inflacionaria es completamente cierto. Su gobierno, al igual que los anteriores, heredó una economía con una inflación galopante de tres dígitos (la inflación anual de 1987 fue del 159%). Para combatir esta amenaza, se implementó el Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico (PECE), que, entre otras cosas, frenó los aumentos al salario mínimo. Esta medida fue dolorosa y generó un deterioro en el poder adquisitivo de la población, provocando un descontento generalizado.

Sin embargo, para contrarrestar esta crítica, hay que contextualizarla. La hiperinflación es un cáncer para la economía de un país. Destruye el poder de compra, frena la inversión y genera una incertidumbre generalizada que puede llevar a la quiebra de la nación. La estrategia de Salinas, aunque impopular, fue la única manera de frenar esa espiral inflacionaria. En solo seis años, la inflación se redujo drásticamente a un solo dígito, logrando en 1994 una tasa del 7%. Fue un claro ejemplo de tomar una decisión difícil pero necesaria para el bien a largo plazo del país.

El modelo económico del sexenio de AMLO y ahora de Claudia Sheinbaum, en contraste, ha optado por aumentar el salario mínimo de manera significativa, buscando mejorar el poder adquisitivo de la población. Sin embargo, este aumento no ha sido acompañado por un crecimiento económico real ni por una disminución de la inseguridad y la corrupción, lo que ha generado un estancamiento en la creación de empleos formales y un aumento de la economía informal. Mientras el modelo de Salinas sacrificó el poder adquisitivo a corto plazo para sanear la economía, el modelo actual ha sacrificado el crecimiento para generar una sensación de bienestar inmediato. La evidencia de la actualidad demuestra que el modelo de Salinas, aunque costoso, fue más exitoso.

A lo largo de los últimos cuarenta años, la izquierda mexicana ha construido una narrativa inquebrantable que demoniza al neoliberalismo, presentándolo como la raíz de todos los males del país. Esta visión ha sido el pilar ideológico de la 4T. Sin embargo, este artículo desmitifica de manera contundente esa postura, demostrando que la política económica de Carlos Salinas de Gortari, aunque con costos, fue la medicina necesaria para curar un país enfermo de inflación y estancamiento. Los números no mienten: el crecimiento del PIB, la reducción drástica de la inflación y la apertura comercial del TLCAN son pruebas irrefutables de que la estrategia neoliberal, cuando se aplica con audacia y visión de Estado, funciona.

El argumento más fuerte y evidente de esta conclusión reside en el hecho de que, si el neoliberalismo fuera tan nocivo, el régimen de Andrés Manuel López Obrador y ahora el de Claudia Sheinbaum sin lugar a dudas habrían cancelado el TLCAN. En lugar de hacerlo, se vieron obligados a renegociar y renombrar el tratado, convirtiéndolo en el T-MEC. Esta decisión no fue una concesión ideológica, sino un reconocimiento tácito de que el tratado de libre comercio es la columna vertebral de la economía mexicana, una herencia y una jugada maestra de Carlos Salinas de Gortari que, a pesar de las críticas, se mantiene sólida y vital para el desarrollo del país. El regreso de Salinas al PRI para reconstruirlo no es un acto de nostalgia, sino una respuesta estratégica a la falta de rumbo y el estancamiento económico del presente, demostrando que la experiencia y la visión de crecimiento son más necesarias que nunca.

El liderazgo de Andrés Manuel López Obrador y la continuación de Claudia Sheinbaum se han sustentado en una estrategia política singular: la construcción de un enemigo común. Carlos Salinas de Gortari ha sido ese villano perfecto. La narrativa oficial ha utilizado la figura de Salinas como el símbolo de la corrupción, el neoliberalismo y la entrega del país a intereses extranjeros. Este recurso político no busca un debate histórico, sino que tiene un propósito más profundo: justificar las propias políticas de la 4T y consolidar una base de votantes unificada por el resentimiento. Al culpar constantemente a Salinas de los males del pasado, el gobierno actual evade su responsabilidad por la falta de crecimiento económico, la escalada de la violencia y los escándalos de corrupción en su propia administración.

El discurso de odio hacia Salinas permite a López Obrador y Sheinbaum presentarse como los líderes que «están salvando a México» del legado de un pasado nefasto. Al posicionarse como la antítesis del salinismo, refuerzan la legitimidad de sus propias acciones, por más ineficientes o impopulares que sean. La constante referencia al «período neoliberal» es una estrategia de distracción que desvía la atención de los problemas actuales y capitaliza el resentimiento de la población. La figura de Salinas se convierte así en el pilar ideológico de la 4T, en un chivo expiatorio que es utilizado para justificar todo, desde la austeridad republicana hasta la inversión en megaproyectos no rentables.

Escándalos de la 4T (2018 – 2024)
La «Barredora»: El gobierno de la 4T fue acusado de asignar contratos de manera directa, sin pasar por licitaciones públicas, a empresas y personas cercanas al poder. Este patrón de contratación, que se ha documentado en proyectos como el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas, contradice el discurso de transparencia y austeridad.
El «Huachicol Fiscal»: Se trata de un esquema de corrupción que involucró a funcionarios del Servicio de Administración Tributaria (SAT) en el contrabando de combustible. Este escándalo puso en evidencia que, a pesar de la promesa de combatir la corrupción, las redes criminales han continuado operando dentro de las instituciones del Estado.
Los negocios de los hijos de AMLO: La polémica de la «casa gris», una lujosa mansión en Houston, Texas, que el hijo del presidente ocupó, expuso un conflicto de interés y generó dudas sobre la procedencia de los recursos. La oposición ha señalado que este tipo de escándalos contradice el discurso de «austeridad republicana» que promueve la 4T.
«Abrazos, no balazos»: Esta política de seguridad, que buscaba evitar la confrontación directa con los grupos criminales, es vista por muchos como un fracaso rotundo. Durante este sexenio, los niveles de violencia, homicidios y extorsiones han alcanzado récords históricos.
El caso Adán Augusto y el exsecretario Hernán: Las acusaciones de corrupción y malversación de fondos contra exfuncionarios del gobierno de Tabasco, como el exsecretario Hernán, han salpicado a la figura de Adán Augusto López, exgobernador de ese estado y exsecretario de Gobernación, debilitando su imagen de cara a las elecciones presidenciales.

Escándalos del sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988 – 1994)
La privatización de empresas estatales: La venta de más de 1,100 empresas, incluyendo Telmex y la banca, a precios considerados bajos y en un proceso que supuestamente benefició a un círculo cercano de empresarios, fue una de las principales críticas. La privatización de Telmex, por ejemplo, fue un tema de constante debate, ya que se le acusó de haber beneficiado de forma desproporcionada a sus nuevos dueños.
El «hermano incómodo»: La detención de Raúl Salinas de Gortari, hermano del expresidente, por el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu y por enriquecimiento ilícito, se convirtió en el escándalo de corrupción más grande de la época.
El asesinato de Luis Donaldo Colosio: Aunque no se ha demostrado la participación directa de Carlos Salinas de Gortari, el magnicidio de su candidato presidencial, ocurrido en 1994, sigue siendo uno de los momentos más oscuros de la historia reciente de México y un punto de constante controversia.
La crisis de 1994: Al final de su sexenio, una devaluación abrupta del peso, conocida como el «Error de Diciembre», desató una de las peores crisis económicas en la historia moderna de México. Aunque fue un evento complejo con múltiples causas, la oposición lo utilizó como prueba del fracaso de la política económica de Salinas.

Escándalos de la administración de Claudia Sheinbaum (oct. 2024 – sept. 2025)
Reforma a la Ley de Amparo: Una de las primeras grandes controversias de su sexenio. Esta reforma limita el alcance de los juicios de amparo, lo que, según la oposición y expertos, debilita la protección judicial de los ciudadanos frente a actos de autoridad y leyes que puedan ser inconstitucionales.
Controversia del Tren Maya: A pesar de que la obra se inauguró en el sexenio anterior, durante su administración ha continuado la polémica por los sobrecostos, fallas estructurales y el impacto ambiental. Las constantes quejas de las comunidades locales y la falta de transparencia en la rendición de cuentas han mantenido el tema en el ojo del huracán.

Ataques cibernéticos a la CFE: Las recientes revelaciones de múltiples ataques cibernéticos a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que comprometieron la seguridad de datos sensibles y afectaron la operación de la empresa, han generado críticas por la falta de inversión en ciberseguridad y la vulnerabilidad de la infraestructura crítica del país.

La crisis hídrica y la falta de soluciones efectivas: A pesar de que la crisis del agua en la Ciudad de México y otras urbes es un problema de años, la inacción en los primeros meses de la nueva administración para implementar soluciones de fondo ha generado un creciente descontento. Los opositores señalan que se ha optado por medidas paliativas en lugar de abordar el problema de manera estructural.

Polémica en el nombramiento de funcionarios: La designación de algunos miembros del gabinete, que carecían de experiencia en las áreas que se les asignaron, generó dudas sobre el profesionalismo y la capacidad del nuevo gobierno. Estos nombramientos han sido vistos como una continuación del patrón de lealtad por encima de la experiencia, algo que ya se criticaba en la administración anterior. 

Finalmente, el regreso de Carlos Salinas al PRI para su reconstrucción es la jugada más audaz que el partido podría hacer. La figura de Salinas es el talón de Aquiles de la izquierda mexicana, y al regresarlo a la vida política, el PRI obligaría al oficialismo a confrontar sus propias contradicciones y fracasos. El PRI, de la mano de un líder experimentado y una nueva generación de jóvenes, podría unificar a una oposición fragmentada, demostrando que la experiencia y la visión de largo plazo son el verdadero antídoto para el estancamiento y la violencia que hoy azotan a México.

Sobre el autor

Fernando Arango Ávila es jurista y académico. Doctor en Ciencias de lo Fiscal, y actualmente cursa un posdoctorado en Derecho. Actualmente, combina su experiencia práctica con su labor investigativa. Escribe: drarango83@gmail.com.

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Por la justicia y la libertad de México

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Marcha Generación Z

¡Ciudadanos de México! ¡Colegas profesionistas!

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Hoy, en este momento crucial para nuestra nación, ya no basta con la indignación pasiva. Es imperativo que el pueblo de México salga a las calles. Nuestros profesionistas están abandonando el País, nuestros empresarios viven en la zozobra, y el pueblo vive con miedo.

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Estamos envueltos en una espiral de narco-gobierno. Nos deslizamos por un tobogán sin salida, atrapados en un túnel sin fondo donde no se ve la luz.

Y en esa oscuridad, al que alza la voz, al que resulta incómodo, le quitan la vida.

Hablamos de ‘gobernabilidad’ como si fuera un concepto abstracto, ¡pero tiene un rostro! Tiene el rostro de las madres buscadoras, el rostro del empresario extorsionado, el rostro del joven reclutado a la fuerza. ¡El régimen le ha fallado a las víctimas! Ha reemplazado la balanza de la justicia por el silencio de la complicidad.

¡Por eso hoy nos tenemos que levantar en honor a Carlos Manzo! Él fue aquel David que perdió la vida enfrentando a Goliat, por la falta de apoyo que imploró a gritos a una presidencia que lo ignoró.

¡Esta Presidencia es una analogía de Díaz Ordaz en pleno siglo XXI! ¡Qué terrible ironía! Cuando eran oposición, marchaban cada 2 de octubre recordando la masacre. Sin embargo, ahora que están en el poder, han salido peores que Díaz Ordaz y que todos los gobiernos priistas juntos. 

Este movimiento trasciende partidos y colores. Es imperativo llamar a todos los miembros de la oposición, a todos los partidos sin distinción, a los ex integrantes del Poder Judicial, a los ex ministros de la Corte, a los médicos, a los agricultores, a los emprendedores, y a todos los disidentes del actual régimen que no están de acuerdo con la forma de gobierno. Hacemos un llamado a los militares que, en silencio, tampoco están de acuerdo con este régimen.

Esta lucha afecta a todos, desde el señor que vende fruta en la esquina hasta el dueño de las grandes empresas. Las compañías mexicanas, y las transnacionales con presencia en nuestro País, también se ven afectadas. La falta de certeza jurídica pone en riesgo las inversiones, los empleos y la estabilidad económica. La unión de todas estas voces y la fuerza de la sociedad civil es la única vía para enfrentar el totalitarismo y defender los pilares de la República.

Hago un llamado urgente a los colegios de abogados, de contadores, de ingenieros, de arquitectos y de médicos.

¡Deben despertar! Deben dejar atrás sus cómodos estatutos de «no intervención en cuestiones políticas». Les pregunto: ¿De qué sirve todo su conocimiento? ¿De qué sirven sus investigaciones, sus congresos y sus ponencias académicas, si la Nación se desmorona ante sus ojos?

Todo ese conocimiento se vuelve en vano si no lo comparten, si no lo usan para defender a la sociedad. Ese velo de supuesta neutralidad que cubre a las barras y colegios es, a todas luces, un acto de cobardía. Se vuelven profesionales que venden humo.

Son muy cómodos al estar «investigando» o «dando asesorías», pero no asesoran al pueblo. Y lo más grave: le fallan a la Generación Z, que tanto necesita de nosotros. Esos jóvenes, olvidados por el gobierno, son el futuro de México y necesitan nuestra guía, no nuestra omisión.

¿Y dónde están los intelectuales? ¿Dónde están los académicos que escriben sobre la democracia desde la comodidad de sus cubículos? ¿Dónde están las voces que antes eran críticas y hoy callan por privilegio o por miedo?

¡Su silencio es una traición! El conocimiento que no se usa para defender al pueblo es un lujo inútil. ¡La pluma que no se atreve a señalar al tirano es una pluma muerta!

El régimen actual presume eventos internacionales mientras el País se desangra. Por ello, ante la flagrante falta de gobernabilidad en México, hacemos un llamado a la comunidad internacional y a la FIFA.

Es imperativo exigir la cancelación del Mundial de Fútbol.

La lógica es simple y brutal: si el gobierno de México no puede proteger a sus propios habitantes, ¡mucho menos podrá proteger a sus visitantes!

El cambio de rumbo en México es una responsabilidad de todos. La marcha de este 15 de noviembre tiene que ser el parteaguas que nos permita, por fin, ver la luz al final del túnel.

No podemos permitir que, de cara al 2030, nuestro país siga secuestrado por los pensamientos comunistas fallidos del siglo XX. Eso ya debe quedar atrás.

Hablamos de la Generación Z como nuestra esperanza. ¡Y lo son! Pero seamos claros: no podemos pedirles a ellos que arreglen el desastre que nuestra generación está permitiendo. Antes de pedirles que tomen la estafeta, debemos preguntarles: ¿Qué país les estamos heredando? ¿Un país de fosas o un país de oportunidades?

¡La lucha de hoy no es solo por nosotros, es para poder mirarlos a los ojos mañana y decirles que no fuimos cobardes!

Es el momento de que, de la mano de esta nueva generación, tomemos con rumbo y con responsabilidad el cambio que México necesita. 

¡Pero que la marcha no sea el fin, que sea el principio! Que sea el nacimiento de un nuevo pacto social, donde los profesionistas, los jóvenes y los ciudadanos de bien nos unamos para proponer el México que sí queremos. ¡Basta de resistir, es hora de construir!

¡Por la justicia, por la libertad y por el futuro de México!

Sobre el autor

Fernando Arango Ávila es jurista y académico. Doctor en Ciencias de lo Fiscal, y actualmente cursa un posdoctorado en Derecho. Actualmente, combina su experiencia práctica con su labor investigativa. Escribe: drarango83@gmail.com.

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Gavin Newsom y la ‘nación’ de los 60 millones de mexicanos

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Gavin Newsom y la 'nación' de los 60 millones de mexicanos

El anuncio de las intenciones del gobernador de California, Gavin Newsom, de contender en las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos, marca un punto de inflexión con profundas implicaciones para el electorado de origen mexicano y la redefinición del poder en el país. 

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Este movimiento no sólo abre un camino de esperanza para millones de personas y New Mexicans, sino que consolida el liderazgo de un frente político que busca darle voz a la “nación” demográfica y cultural que emerge en el suroeste del país.

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Este movimiento se respalda en la masa demográfica de 60 millones de mexicanos en Estados Unidos, una fuerza que, sumada al apoyo de una gran cantidad de mexicanos en México, podría representar una base electoral sin precedentes para Newsom.

El concepto de “The New Mexicans States of America” no es una propuesta secesionista, sino una etiqueta conceptual para describir una realidad demográfica y cultural irreversible. 

En los estados de Nuevo México, Arizona y California, el poder del soft power mexicano ha gestado una diáspora (comunidad) con millones de personas que, juntas, suman una fuerza monumental entre esos 60 millones de mexicanos en Estados Unidos. 

Esta “nación” latente ha conquistado silenciosamente el tejido social, económico y cultural del país a través de su influencia en la música, la gastronomía, el deporte y el comercio. A pesar de las persecuciones y el trauma generado por el uso del ICE como herramienta de presión demográfica, la cultura se ha convertido en la armadura y el motor de resistencia de esta población.

La conexión geográfica y la herencia común han permitido que California, Nuevo México y Arizona funcionen como un corredor cultural y económico. Esta alianza natural de estados del suroeste se convierte en el epicentro de esta nueva fuerza política. 

Es aquí, en la cuna histórica del territorio mexicano en Estados Unidos, donde la diáspora ha mantenido viva su identidad, demostrando que las fronteras políticas no han logrado contener la unificación cultural. La cristalización de este poder es la respuesta pacífica a cualquier intento de alienación.

El ascenso de líderes como Gavin Newsom y la potencial vicepresidencia de Alex Padilla, es la constatación de que la revolución demográfica ha reescrito el mapa político desde dentro. La “Nación de los New Mexicans” está pasando de ser un poder cultural latente a una fuerza política activa. Al convocar a gobernadores clave y utilizar el soft power mexicano como estrategia, este movimiento busca construir una “barrera azul” de resistencia, transformando la resiliencia cultural en una palanca de poder electoral decisiva para las próximas elecciones presidenciales.

Newsom, al frente de California la cuarta economía mundial, se posiciona como un líder con la experiencia y la frescura necesarias para dirigir a los Estados Unidos. Su gestión como gobernador de California no solo se define por su capacidad para manejar una economía masiva, sino por una serie de logros progresistas que lo proyectan como el principal líder de la oposición a las políticas de la administración Trump.

Logros Clave de Gavin Newsom en California:

Protección de derechos reproductivos y sociales: Newsom ha consagrado protecciones en la Constitución de California para el aborto y las libertades reproductivas. Ha utilizado la autoridad de California para adquirir medicamentos clave y responder a interrupciones del suministro por motivos políticos.

Impulso a la clase trabajadora: Su administración ha impulsado legislaciones históricas para fortalecer a los trabajadores independientes, buscando mejorar las condiciones de vida de los californianos. Su oposición a la abolición de los acuerdos de contratación colectiva lo ha posicionado como un firme defensor de los derechos laborales.

Inversiones sociales masivas: Ha liderado la implementación de programas ambiciosos como el Pre-kínder universal y el financiamiento completo de comidas escolares gratuitas para todos los niños en California. También ha impulsado la expansión de programas de alfabetización y cursos de verano.

Abordando la crisis humanitaria y económica: Pese a las críticas por el alto costo de vida, la administraciónNewsom ha impulsado un enfoque progresista en la lucha contra la falta de vivienda. Más allá de la inversión récord en vivienda, el gobernador ha defendido la implementación de programas sociales innovadores, como el Care Court (Tribunal de Atención), diseñado para brindar tratamiento de salud mental y adicciones a personas sin hogar. Este tipo de políticas sociales complejas y audaces demuestran su disposición a enfrentar los problemas más difíciles del país, lo cual contrasta con las soluciones simplistas y punitivas que a menudo ofrece la oposición.

Resistencia y defensa migratoria: Newsom se ha convertido en una voz influyente a favor de los derechos de los inmigrantes, desafiando públicamente al gobierno federal. Ha movilizado a la Guardia Nacional para asistir en bancos de comida en respuesta a recortes federales y ha criticado duramente el despliegue de militares para tareas migratorias, advirtiendo que los regímenes autoritarios “empiezan por atacar a las personas con menos capacidad de defensa”.

Defensa del comercio transfronterizo y advertencia anti-Aranceles: Ha alertado consistentemente que las promesas de Trump de imponer un arancel del 25% a las importaciones mexicanas infligirían un daño económico devastador a California y a los consumidores. Al defender el libre comercio con México, Newsom protege el sustento de millones de New Mexicans que trabajan en sectores dependientes de este comercio transfronterizo.

El histórico gesto de Newsom al declarar el Día de Fernando Valenzuela el 1 de noviembre, cobra un significado póstumo aún más profundo. Fue una jugada maestra, ya que el 2 de noviembre es el tradicional Día de Muertos, enlazando dos celebraciones con un profundo toque mexicano. 

Este acto de poder político y celebración cultural contrasta directamente con la retórica anti-inmigrante. Al honrar a un ícono que unió a mexicanos a ambos lados de la frontera, Newsom solidifica su apoyo en un electorado mexicano crucial, utilizando este reconocimiento como un acto de diplomacia interna que fortalece los lazos con la comunidad.

La posible postulación de Newsom también catapulta al senador Alex Padilla hijo de padres, uno de Chihuahua y otro de Jalisco, a la posición de potencial vicepresidente de los Estados Unidos. Padilla, quien representa la herencia y la base demográfica de los New Mexicans, podría convertirse en el primer mexicano-estadounidense en ocupar dicho cargo. 

Hipotéticamente, esto lo colocaría como el candidato natural para ser el primer presidente de los Estados Unidos de ascendencia mexicana, un símbolo de la cristalización del poder político de esta población, muy a pesar del trauma que genera la alienación demográfica del presidente Donald Trump.

La juventud y el voto del mañana: El senador Padilla no solo representa la herencia; también encarna la voz de una nueva generación de New Mexicans. Su perfil conecta directamente con el voto joven y la alta tasa de natalidad de la diáspora (comunidad), que garantiza que su influencia política seguirá creciendo. Su posible ascenso a la vicepresidencia enviaría el mensaje de que el futuro de la democracia estadounidense no se definirá en Washington, sino en la energía, la juventud y la demografía del Suroeste.

Para enfrentar la presión del gobierno federal y el uso de ICE como brazo de presión contra las comunidades mexicano-americanas, es indispensable un frente de resistencia o «barrera azul» con el apoyo de gobernadores demócratas clave: Gobernadora Katie Hobbs (Arizona), gobernadora Michelle Lujan Grisham (Nuevo México), gobernadora Tina Kotek (Oregón), gobernador J. B. Pritzker (Illinois), gobernadora Kathy Hochul (Nueva York) y gobernador Bob Ferguson (Washington).

El Pacífico Noroeste (PNW), que incluye a Washington y Oregón, es una región fundamental para el concepto de los New Mexicans, extendiendo su alcance más allá del suroeste tradicional. Contrario a la percepción popular, estados como Washington han experimentado un crecimiento exponencial de la población de origen mexicano, la cual se ha convertido en una fuerza laboral crítica en la agricultura, la tecnología y el comercio. 

El gobernador de Washington, Bob Ferguson, ha demostrado su reconocimiento a esta diáspora (comunidad) al declarar la semana de la herencia mexicana, un gesto que resuena profundamente con el soft power de la comunidad.

Este frente en el PNW es estratégico, pues no solo suma votos, sino que le da a Newsom una base de apoyo que abarca toda la Costa Oeste, desde la frontera con México hasta Canadá. La diáspora (comunidad) mexicana en esta región es un testimonio de la expansión y la diversidad económica de los New Mexicans, que apoyarán a Newsom por sus políticas a favor de los derechos laborales, la protección de los inmigrantes y la defensa de la diversidad cultural. 

El PNW solidifica la narrativa de que el apoyo a Newsom no es un fenómeno local de California, sino un movimiento de alcance nacional.

El Poder de la cultura como arma política: La fuerza de este frente radica en el uso estratégico del soft power mexicano. La resistencia no se limita a decretos. Se ejerce en cada plato de comida, en la música regional y en la popularidad de íconos deportivos. 

El Mundial de 2026 y los juegos olímpicos de Los Ángeles 2028 no serán solo eventos deportivos, sino escaparates globales donde la cultura de los New Mexicans dictará la tendencia, demostrando que aquello que Trump intentó marginar es, de hecho, el capital cultural y económico más vibrante de la nación. Este soft power es la prueba de que, mientras ICE siembra miedo, la cultura siembra influencia y poder. 

El ascenso de Gavin Newsom a la palestra presidencial no es simplemente la historia de un político ambicioso; es la manifestación política de una profunda revolución demográfica y cultural liderada por los New Mexicans.

Sobre el autor

Fernando Arango Ávila es jurista y académico. Doctor en Ciencias de lo Fiscal, y actualmente cursa un posdoctorado en Derecho. Actualmente, combina su experiencia práctica con su labor investigativa. Escribe: drarango83@gmail.com.

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