Ciudad Erótica
Saló, transgresora y erótica
Saló…
Considerada como una de las obras maestras más controvertidas del siglo 20,«Saló o los 120 días en Sodoma» (1975), es uno de los ejemplos extremos del hostigamiento que puede sufrir un proyecto cinematográfico de esta índole.
El rodaje de la adaptación libre que el director italiano Pier Paolo Pasolini hizo de la obra homónima del célebre Marqués de Sade, se llevó a cabo en medio de una tensión constante.
Fotogramas del filme Saló o Los 120 días en Sodoma.
Pánico italiano
Durante la década de los 70 los grupos neonazis habían recobrado fuerza y su arribo al poder sembró el pánico en la población italiana. Pasolini, comprometido con la realidad de su tiempo, decidió ubicar el relato de Sade en la década de los 40 (1943-1945), durante la ocupación Nazi-fascista de Italia.
Fue entonces que buena parte del elenco, actrices principalmente, denunció haber recibido cartas de amenaza; incluso la mansión donde se filmó la mayor parte de las escenas, se acordonó por la Policía italiana ante la posibilidad de un atentado con bomba.
Reflejo social
A pesar de la presión, el también poeta y ensayista consiguió gestar ante las cámaras una cinta cáustica, mordaz: un reflejo cercano y sin concesiones de la sociedad consumista y decadente que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial.
El racismo, la mercantilización del cuerpo humano, las depravaciones sexuales y la anarquía del poder, se denunciaron sin sutilezas.
Censura
Más tarde, cuando la cinta estuvo terminada, la censura no se hizo esperar; fueron pocas las salas de Europa que proyectaron el largometraje. Meses después el cuerpo sin vida de Pasolini fue encontrado en un paraje, presuntamente asesinado por uno de sus amantes.
A la fecha, Australia prohíbe la exposición de «Saló»: su contenido aún provoca escozor entre ciertas audiencias.
Texto publicado en Mural.