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Miren Agur: osamentas que nutren el jardín
Miren Agur Meabe compara la escritura con el trabajo de jardín, como el que hace en una pequeña parcela herencia de los abuelos en su natal Lekeitio, País Vasco: hay que saber dónde plantar las mejores semillas; que si se deja crecer demasiado la hiedra revienta la mampostería; que el rastrillo no llega a ciertos rincones del terreno; que hay que limpiar y seguir abonando.
Con esta alegoría es que la autora de Euskadi, se bajó del avión que la trajo hasta la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, como parte de las actividades del Instituto Vasco Etxepare, para compartir Quema de Huesos (Consonni, 2022), compendio de 21 relatos que funcionan como una suerte de novela fragmentada, en la que una mujer en plena madurez echa toda su memoria –relatos del colegio, de la adolescencia, del ambiente familiar– al interior de la hoguera.
“Esa quema de huesos es la analogía para explicar que el proceso de la elaboración creativa, es la combustión intelectual y artística que hay que ejecutar para transformar lo que ya no vale en algo útil, en un buen recuerdo, y eso ha sido para mí este libro”, expresó la ganadora del Premio Nacional de Poesía 2021 de España, por Cómo Guardar Ceniza en el Pecho (2020), el cual funciona como una especie de trabajo enraizado con el conjunto de cuentos que ahora trae a México.
“El dolor de la vida pasada puede identificarse con nuestra osamenta, y es ese dolor de huesos precisamente, la artrosis, es el dolor de las frustraciones, de los fracasos, de las pérdidas, de los desgarros, de los horrores, que tenemos que gestionar y que de vez en cuando hay que quemar y transformar en otra cosa, como una jardinera que cuida un terreno”.
De la poesía a la traducción
Con este afán horticultor, Agur Meabe ha cultivado casi todos los géneros, la poesía, la prosa, la literatura infantil y juvenil, y la narración breve, es además traductora de su propia obra, así como de otros autores.
Quema de Huesos está lleno de resonancias de sus propios libros, pero también con libros de otros autores, así como referencias al universo de las plantas, pero también al de los animales, donde lo mismo podemos conocer un gato como tótem de la individualización, patos que evocan una emoción sexual, o una ardilla relacionada con el afán de acumular cosas para después.
Con cierta inclinación a construir literatura fragmentada e híbrida, en la que es posible mezclar prosa con poesía, la autora asegura que su proceso de escritura suele ser muy amórfico, pues lo que empieza siendo un poema, puede convertirse en el párrafo de un relato.
“Yo siento una vibración, un impulso, que puede ser físico, intelectual, puede ser espiritual moral, erótico, que me empuja a darle forma, y ahí empiezo a experimentar, ver cómo puedo expresar o hacer que lo que ahora es una simple emoción se convierta en algo”, explicó.