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FICG37: True Crime: una charla de crimen, morbo y verdades ficcionales

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¿Qué tienen en común estas tramas?: Una joven actriz de telenovela asesinada a puñaladas por su compañero de reparto; una mujer que lidera junto a su amante una banda de narcotraficantes que elimina a sus víctimas mediante rituales de santería; una socióloga y activista que recibe cinco disparos en el cráneo en una misma herida en su bañera.

Todas ellas son historias reales que llevadas a la pantalla se convierten en piezas fundamentales del true crime, un género que nació literario –con exponentes referentes como Truman Capote o Norman Mailer—, y que con el tiempo evolucionó a la radio, el cine, las series de televisión y últimamente al streaming y los podcasts.

Estos relatos citados aquí tienen en común que son producciones próximas a estrenarse en la plataforma HBO Max y sus involucrados formaron parte del conversatorio «True Crime: Las Claves detrás del Boom del Género”, realizado en el marco del FICG37.

En la Master Class participaron la mexicana Patricia Martínez, directora del documental sobre Sara Aldrete, La Narcosatánica; el brasileño Paulo Testolini, editor de la serie documental Pacto Brutal: El Asesinato de Daniella Pérez; el argentino Martín Méndez, guionista de la serie María Marta, El Crimen del Country; y Marcelo Tamburri, líder de Desarrollo de Contenido Guionado para HBO Max en Latinoamérica.

¿Cómo elige HBO Max sus relatos de crimen?, fue la pregunta latente buena parte de la sesión, en donde la respuesta central vino de parte de Tamburri, quien reconoció que la variable central es estar ante hechos mediáticos de alto impacto, que evidentemente causan morbo en la sociedad, es decir, que tienen un potencial de amplia audiencia, debido al impacto emocional de lo ocurrido.

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“En el equipo tenemos una frase, ‘si no emociona, no funciona’, es tan simple como eso, la conexión emocional es esencial, no solamente en el true crime, sino en todo. Hay un factor que lo hace muy interesante, lo que se busca es darle un punto de vista, pararse en la historia y construir algo hitchcockniano, pues vas a contar una historia de suspenso o thriller, claro que hay una subjetividad, uno inventa las cosas que el personaje está pensando”, expresó.

Para ello, la forma en que se cuenta la historia es fundamental, por ejemplo, si es un relato seriado, es necesario que desde el guión se cuente con una estructura “in crescendo”, pero también soltar información de forma gradual y en cada capítulo dejar un cliffhanger que invite al espectador a ver el siguiente episodio.

El género de true crime se maneja en una línea muy delgada entre verdad y ficción, pues si bien hay licencias que los autores se dan para potenciar una historia, también hay un compromiso con la esencia histórica del caso a tratar, y es algo que se debe cuidar mucho, reconoció el guionista Martín Méndez.

“El respeto tiene que estar frente a un hecho que causó tanto dolor, en el cual hay una víctima, hay muchas partes que sufrieron. Es un límite muy delgado el que uno tiene, lo que uno inventa a veces es en función de generar intriga, de sembrar una información que después va a tener un rebote más adelante, de darle cierto tono a la historia, jugar con esos ingredientes”, explicó.

Las cosas se complican cuando los relatos se cuentan desde el punto de vista del victimario, cuando lo que se busca es contar su historia y descubrir que en algún punto de su vida, ellos también fueron víctimas, aún pese a todos los horrores que cometieron. En ese dilema se encuentra el documental de Martínez sobre Sara Aldrete, la integrante de los narcosatánicos y amante del líder de la banda, cuyos crímenes fueron descubiertos en 1989.

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“A mí me tocó estar del lado de la acusada, y sí es complicado, porque Sara tiene un discurso ya muy bien hecho. Sin embargo, también el caso está repleto de cosas que se hicieron mal, no fue respetado el debido proceso. Hay mucha gente coludida de alto poder, me parece que también hay un dolor de este lado, hay una parte que a pesar de haber sido acusada está pagando una condena”, dijo Martínez.

Los integrantes de la mesa coincidieron en que muchas veces este tipo de producciones se asumen equivocadamente como verdades absolutas, y esto es algo que el espectador debe saber diferenciar, pues para llegar al suceso verídico, lo que se tiene que hacer es leer, investigar y hasta entonces generar su propia opinión, e inclusive esta, casi como una invitación a filosofar, nunca será lo real.

“No somos representantes de la justicia, hacemos entretenimiento, y claramente en esa construcción puede haber muchos errores. El tomar una serie de ficción o un documental como la última verdad es algo equivocado, pero sucede, porque tampoco la justicia o los medios terminan de informar correctamente a las personas, es muy difícil ese balance”, añadió Tamburri.

 

 

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