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Así emboscaron a Pancho Villa
La vida del icónico caudillo de la Revolución Mexicana, Francisco Villa, llegó a su fin el 20 de julio de 1923, en el poblado de Hidalgo del Parral, Chihuahua.
Era una mañana de verano cuando el caudillo se preparaba para asistir a un bautizo, pero ese día su destino tomaría un rumbo distinto en los cruces de las calles Gabino Barreda y Benito Juárez, en Hidalgo del Parral.
Villa conducía un automóvil marca Dodge Brothers acompañado por su secretario particular, el Coronel Miguel Trillo, y una escolta de Dorados.
Desde principios de julio, los asesinos ya estaban al acecho. El grupo, compuesto por Melitón Lozoya, Jesús Salas Barraza, José Barraza, Juan López Sáenz Pardo, José Sáenz Pardo, Librado Martínez, Román y José Guerra, y Ruperto Vera, había alquilado dos cuartos en la calle Gabino Barreda, en la esquina con la calle Juárez. Desde las ventanas de esos cuartos, podían observar cualquier vehículo en esa ruta.
Solo tenían que esperar a que Villa pasara por esa calle para dispararle desde las habitaciones.
El grito de alerta
Uno de los nueve hombres contratados para el asesinato esperaba ver el vehículo de Villa y dar la señal para que sus compañeros hicieran el trabajo. Y así lo hizo, esperó sobre la calle Juárez y al ver el vehículo de Villa, tenía que quitarse el sombrero con la mano derecha o con la izquierda con el fin de avisar a sus compañeros qué lugar ocupaba caudillo dentro del automóvil.
En los relatos, se dice que este hombre gritó: ¡Viva, Villa!
Y a las 8:00 horas, cuando el vehículo del caudillo dio vuelta en la esquina de Avenida Juárez y Gabino Barreda comenzaron los disparos hacia el carro, sin que la escolta pudiera repeler la agresión; por lo que el Centauro del Norte murió esa mañana.
Junto a Villa murieron también Miguel Trillo, dos integrantes de su escolta: Rafael Medrano y Claro Hurtado, y su asistente Daniel Tamayo. Ramón Contreras, miembro también de su guardia personal, fue el único que sobrevivió.
Solo uno de los asesinos falleció.
Al día siguiente del lamentable suceso el cuerpo de Villa fue sepultado en panteón civil de Hidalgo del Parral.
Se cree que su homicidio fue instigado por el entonces presidente Álvaro Obregón y por su sucesor, el también general, Plutarco Elías Calles (1924-1928), temerosos del apoyo que Villa pudiera brindar a Adolfo de la Huerta, que aspiraba a suceder a Obregón en la Presidencia.
Pese a su retiro había enemistades
Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como “Pancho Villa”, después de dejar definitivamente las armas. Se retiró a su hacienda de Canutillo, entre los límites de Chihuahua y Durango, ahí se dedicó a los negocios y a crear una colonia agrícola militar, donde fundó una escuela para educar a los hijos de los Dorados.
No obstante, las múltiples enemistades, intrigas y resentimientos gestados durante el proceso revolucionario derivaron en un complot dirigido por Jesús Salas Barraza y Melitón Lozoya para asesinarlo.
Su cuerpo descansa en el Monumento a la Revolución
En 1976, los restos del Centauro del Norte fueron exhumados por Decreto Presidencial y trasladados a la capital de la república; para ser reinhumados en el Monumento a la Revolución, junto a otros héroes de la Revolución Mexicana.
El caudillo dirigió la División del Norte del Ejército Constitucionalista que fue factor determinante para el triunfo de la Revolución Mexicana contra el viejo régimen Huertista.
Con información del Archivo General de la Nación y fotos del Archivo Casasola