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Opinión

Dilemas de la participación ciudadana: ¿la participación por la participación?

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En días recientes los mexicanos hemos atestiguado uno de los ejercicios participativos más cuestionados de la historia democrática reciente; la Consulta Nacional por el Nuevo Aeropuerto. De acuerdo con la Fundación Arturo Rosenblueth (organización encargada de la logística de la consulta, y que se dedica a la promoción del uso de la ciencia y tecnología para la solución de problemas públicos), se registraron un poco más de un millón de boletas, en los 538 municipios donde se instalaron mesas receptoras para la consulta. La opción de reacondicionar el actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, el de Toluca y construir dos pistas en la base área de Santa Lucía, resultó favorecida con el 69.9% de las boletas registradas.

Al respecto, vale la pena reflexionar sobre la naturaleza de estos mecanismos de participación ciudadana desde la perspectiva de una sociedad que aspira contar con un pleno estado de derecho. Entre los estudiosos de la participación política en sociedades democráticas prevalece la idea de que la participación encierra en sí misma dilemas. La condición necesaria en una sociedad democrática es que la participación sea libre, y es precisamente este uno de los factores que conduce a sus dilemas: pues dada esa condición, la participación es por un lado, producto de la voluntad individual par tomar parte en alguno u otro proceso decisorio. Por otro lado, la participación política en sociedades democráticas caracterizadas por un estado de derecho, también es producto del contexto institucional que establece las reglas para su ejercicio: pues de otra manera, los impulsos participativos conducirían a un escenario más bien anárquico.

Voluntad individual y reglas del contexto institucional

Estos dos elementos, la voluntad individual y las reglas del contexto institucional, son los que definen y explican la participación que se presenta en cualquier sociedad democrática; y los dilemas que esto encierra son que la participación es desigual, es decir que los ciudadanos toman parte en los procesos decisorios desde esquemas de información heterogéneos, y con motivaciones igualmente diferentes. Por otro lado, existen condiciones inherentes a la propia vida democrática que impiden que todos los que quieran participen, y también que todos lo que puedan hacerlo lo hagan, aunque no quieran.

Una mayor participación es deseable en contextos democráticos, finalmente esta es la premisa básica de la forma democrática de gobernar. Sin embargo, la finalidad no es la participación por la participación misma; lo que se espera de la participación democrática es que sea un mecanismo de respaldo popular que ofrezca la suficientemente legitimidad para investir a los decisores públicos del apoyo suficiente para conformar el gobierno. Se sabe también que esta forma de participación representativa, se enfrenta cada vez a exigencias y demandas de mayores mecanismos deliberativos. Por ello las democracias modernas han contemplado mecanismos institucionales para incorporar la participación ciudadana en la toma de decisiones específicas.

Por ello, ante el ejercicio que los mexicanos hemos atestiguado en el contexto de una decisión como la de continuar con un proyecto de infraestructura de la dimensión del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), valdría preguntarnos: ¿Es la formalidad institucional de un mecanismo de participación democrática necesaria para la calidad de ese instrumento?

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Qué va a consulta y qué no

¿Qué tipo de decisiones es factible poner a discusión mediante esquemas de esta naturaleza, como la consulta? ¿Quién debe decidir qué tipo de decisiones procesar  mediante el mecanismo participativo, y con base en qué criterios se debe tomar esa decisión? ¿Basta con que más de dos personas participen para que esa sea una mejor decisión? ¿Deben estos instrumentos de participación ser organizados por una instancia pública con las capacidades probadas para organizar procesos electorales, o qué características deben cumplir aquellos? ¿Cómo se debe vigilar la instrumentación de estos procesos, y qué mecanismos de control son los necesarios para dar certeza a la calidad de la decisión tomada?

Tal como ha resultado el proceso implementado, y con la primera impresión de los días recientes, México parece haber dado varios pasos hacia atrás en la confianza que nuestras instituciones democráticas ofrecían a los actores nacionales e internacionales, lo cual se ha visto reflejado en el tipo de cambio de nuestra moneda. Sin embargo, otros efectos quizá más importantes de la aplicación de esto instrumento participativo, se verán más bien en el mediano y largo plazo. El tiempo habrá de juzgar con una mejor perspectiva, la pertinencia de la consulta.

 

Foto de portada: Notimex.


Estuardo Gómez es investigador del Laboratorio de Innovación Democrática (LID), y profesor de la Maestría en Políticas Públicas de la Universidad de Guadalajara.

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Etiquetas: Bolígrafo    Laboratorio de Innovación Democrática 

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Opinión

La donación de sangre es un acto solidario y altruista: entre la vida y la muerte

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El Día Mundial del Donante de Sangre fue el pasado 14 de junio, como ocupantes de lo público, comprometidos con informar y concienciar a la sociedad, es imperativo sumarnos a difundir la importancia de la donación de sangre.

La sangre, a manera de recordatorio, es ese líquido vital que transporta oxígeno y nutrientes a todas las células de nuestro organismo, desempeña un papel crucial en la lucha contra las infecciones y la coagulación de la sangre. Por eso es fundamental destacar la necesidad constante de transfusiones sanguíneas para seguir salvando vidas.

Según datos de fuentes oficiales, cada año se requieren aproximadamente 130 millones de donaciones de sangre a nivel global para atender las necesidades de salud de la población. Sin embargo, es preocupante que solo el 1% de la población mundial done sangre de forma regular, lo que genera una escasez de sangre segura en muchos países.

En México, la situación no es diferente, ya que se estima que se necesitan 4.5 millones de donaciones de sangre al año, pero solo se obtienen alrededor de 1.8 millones.

Desde accidentes y traumas hasta enfermedades de la sangre y partos complicados, las transfusiones de sangre son esenciales para tratar una variedad de condiciones médicas.

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En México, los accidentes de tránsito son la principal causa de muerte por traumatismo, y las transfusiones de sangre juegan un papel vital en salvar vidas de víctimas. Tan solo en 2022, las muertes por accidentes de tránsito en el país ascendieron a 15,464 personas.

El cáncer, en sus diversas manifestaciones, requiere de transfusiones de sangre regulares para su tratamiento. En 2020, en México se registraron 193 mil 129 casos nuevos de cáncer, lo que resalta aún más la importancia de contar con un suministro adecuado de sangre para atender estas necesidades. Y las enfermedades de la sangre, como la anemia falciforme, también hacen de las donaciones de sangre un salvavidas para quienes las padecen. Se estima que la prevalencia de la anemia falciforme en México es del 0.1%.

En el caso de partos complicados, las hemorragias postparto son una de las principales causas de muerte materna en México.

En 2020, la tasa de mortalidad materna en el país fue de 19.1 por cada 100 mil nacidos vivos, evidenciando la importancia de contar con un suministro adecuado de sangre para evitar estas tragedias.

Con el pasado Día Mundial del Donante de Sangre (14 de junio) es imperativo actuar y motivar a más personas a donar sangre de forma regular.

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La donación de sangre es un acto solidario y altruista que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte para muchas personas.

¡Sumémonos juntos a esta noble causa y salvemos vidas a través de la donación de sangre! Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

Sobre el autor

Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.

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Opinión

La comunicación y la semiótica en la era del votante pos-ideológico

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En el panorama político actual de nuestro País, la comunicación y la semiótica han cobrado una relevancia sin precedentes en la configuración de las decisiones electorales. Atrás quedó la época en que las ideologías tradicionales dictaban el voto, dando paso a un electorado más diverso y sensible a una amplia gama de factores.

Diversos estudios evidencian un declive en la identificación con ideologías tradicionales en América Latina. Según una encuesta realizada por Latinobarómetro 2022, solo un 14% de los encuestados se identifican como «de izquierda», mientras que un 12% se declara «de derecha». La mayoría, 74%, se ubica en posiciones intermedias o no se identifica con ninguna ideología específica.

En este contexto fragmentado, la comunicación política se ha convertido en una herramienta fundamental para conquistar el voto. Los candidatos y partidos políticos recurren a estrategias cada vez más sofisticadas para transmitir sus mensajes, utilizando desde la publicidad tradicional hasta las redes sociales y el marketing digital.

La semiótica, ciencia que estudia los signos y su significado, ofrece una valiosa herramienta para analizar la comunicación política y comprender cómo los mensajes políticos influyen en las decisiones de los votantes. Al analizar los símbolos, las metáforas y los discursos utilizados por los candidatos y partidos, podemos identificar las estrategias que emplean para construir su imagen, generar emociones y movilizar a los electores.

En las elecciones de 2018, Andrés Manuel López Obrador utilizó un discurso anti-establishment que resonó entre un electorado, impulsándolo a la victoria. Este pasado 2 de junio Claudia Sheinbaum Pardo, centro su discurso en la continuidad y el segundo piso de expresada transformación.

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Las redes sociales han transformado radicalmente el panorama de la comunicación política. Las plataformas digitales permiten a los candidatos y partidos interactuar directamente con los votantes, difundir sus mensajes de manera más rápida y eficiente, y construir relaciones más estrechas con sus bases de apoyo.

La comunicación política seguirá evolucionando a medida que las tecnologías y los hábitos de consumo de información cambian. Es probable que veamos en las próximas elecciones del 2030 un mayor uso de la inteligencia artificial, la realidad virtual y la gamificación en las campañas electorales. En la era del votante pos-ideológico, la comunicación y la semiótica son herramientas indispensables para comprender el comportamiento electoral en nuestra nación. Al analizar los mensajes políticos y las estrategias de comunicación utilizadas por los candidatos y partidos, podemos identificar los factores que influyen en las decisiones de los votantes y comprender mejor el panorama político de la región.

Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

Sobre el autor

Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.

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Cambio climático; podemos construir un México más sostenible y resiliente

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opinión Luis Sánchez Pérez sobre cambio climático

En medio de esta ola de calor que azota a nuestro País, no puedo evitar sentir una mezcla de preocupación y frustración. Y es que, si bien las altas temperaturas siempre han sido parte de nuestro clima, lo que estamos viviendo hoy en día es algo distinto. El cambio climático, esa realidad que muchos se empeñan en negar o minimizar, se está haciendo cada vez más presente en nuestras vidas. Las olas de calor más intensas y duraderas, las sequías más prolongadas, las inundaciones más devastadoras; son solo algunos de los síntomas de esta crisis ambiental que nos amenaza a todos.

Es importante destacar que, más allá de las consecuencias perceptibles del cambio climático como el aumento de las temperaturas, existe un impacto directo en nuestra salud que no debemos subestimar. En un estudio del 5 al 11 de mayo de 2024, se reportaron 19 muertes relacionadas con la segunda ola de calor. Es alarmante observar que el 84% de estas muertes fueron causadas por golpes de calor, lo que evidencia el peligro que representa el calentamiento global para nuestra salud.

Otro dato importante a recordar del mes pasado es cuando la Organización Internacional del Trabajo reportó en abril de este año que más del 70% de la mano de obra mundial está expuesta a graves riesgos para la salud relacionados con el cambio climático, lo que equivale a más de 2,400 millones de trabajadores que pueden verse expuestos a un calor excesivo.

La economía también está sintiendo los efectos del cambio climático. Las sequías afectan las cosechas, los desastres naturales destruyen infraestructuras y las cadenas de suministro se ven interrumpidas por fenómenos climáticos extremos. El estudio de la revista Nature estima que la pérdida económica por el cambio climático al ingreso de las personas en el mundo se acerca a los 38 billones de dólares anuales para 2049 y este costo podría duplicarse para el año 2100. En los próximos 25 años el cambio climático reducirá el ingreso global un 19%, incluso en países desarrollados como Alemania y Estados Unidos que verán una disminución alrededor del 11% y de 13% en Francia.

No podemos seguir ignorando este problema. El cambio climático es una amenaza real e inminente que requiere acciones urgentes y contundentes por parte de todos. ¿Qué podemos hacer? (1) Exigir a nuestros líderes que tomen medidas urgentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, invertir en energías renovables y proteger nuestros ecosistemas. (2) Elegir productos sostenibles, reducir nuestro consumo de energía y adoptar hábitos de vida más amigables con el medio ambiente. (3) Apoyar a organizaciones que trabajan para combatir el cambio climático y difundir información sobre este problema crucial.

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Si bien el panorama puede parecer desalentador, todavía hay tiempo para actuar. Si todos nos unimos y tomamos medidas responsables, podemos construir un futuro más sostenible y resiliente para las generaciones venideras. No dejemos que el cambio climático defina nuestro futuro, tomemos el control y construyamos una nación mejor para todos. Nos escuchamos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

Sobre el autor

Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.

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