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Opinión

No, señor presidente electo

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Andrés Manuel López Obrador

Presidente electo…

Desde que Andrés Manuel López Obrador anunció los 50 puntos de su propuesto plan de austeridad, no fueron pocas las voces que alabaron las medidas, como tampoco aquellas que las recibieron con escepticismo. Pero después del anuncio, el presidente electo ha hecho una serie de declaraciones donde comunica, adicionalmente, la necesidad de eliminar los privilegios de los jueces y magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

Esta medida, si bien no quedó plasmada en el plan de austeridad de manera explícita, es una de las que mayor debate han suscitado. Y es que reducir los ingresos del Poder Judicial no sólo implica controlar los gastos de sus dependencias, sino que ahora se pone sobre la mesa reducir los sueldos de sus funcionarios. En promedio, un magistrado percibe 260 mil pesos mensuales, además de prestaciones y seguros de riesgo específicos a la naturaleza de sus funciones.         

Bajarles el suelo es peligroso, dicen unos, porque abre la puerta a la corrupción que el morenista busca combatir. Es cínico pensar eso, dicen otros, porque el mexicano promedio vive con ingresos que apenas alcanzan para cubrir necesidades básicas, mientras que tener jueces con esos salarios es un insulto a quienes pagan sus impuestos. “Pero si me bajan el sueldo, me corrompo”, se apresuran en decir algunos aludidos. “¿Y para qué quieren esos sueldos astronómicos, si la Suprema Corte nunca ha hecho nada por nosotros?”, rebaten otros más.       

Javier Lozano

Foto: Cuartoscuro

El derecho a disentir

Lo cierto es que los argumentos razonados y los absurdos están presentes tanto en una postura como en la otra. Es verdad que los altos funcionarios públicos, en cualquiera de los tres poderes, perciben cantidades que muchos mexicanos no alcanzarían a ver reunidas en toda una vida de trabajo. Pero también es verdad que, con todo y sus excepciones, la labor de la SCJN y las demás instancias que conforman el Poder Judicial es indispensable para sellar las transformaciones que México va alcanzando. 

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No nos equivoquemos, dichas transformaciones sociales se gestan en la propia sociedad civil, eso nadie lo duda. Pero cuando somos muy afortunados, estas encuentran un cauce institucional que las asienta en nuestra legislación y las convierte en una realidad tangible. Para lograrlo, es indispensable que existan garantías de independencia e imparcialidad en los entes que defienden el orden constitucional y posibilitan que dicho cauce exista.

Eso es justo lo que defiende Olga Sánchez Cordero, ex ministra de la Suprema Corte y quien asumirá la titularidad de la Secretaría de Gobernación (SEGOB), a partir del 01 de diciembre. A su juicio, la labor de los juzgadores es fundamental para la paz social y en más de una ocasión dijo estar en desacuerdo con la propuesta de López Obrador sobre reducir sus salarios. Pero lo verdaderamente sorprendente de esas declaraciones no es que exista el desacuerdo, sino que este sea público y reiterado. ¿Cuándo habíamos visto que un secretario de estado (en funciones o a punto de asumir) manifestara públicamente su desacuerdo con la persona a quien le rendirá cuentas? 

Olga Sánchez Cordero

Foto: Gustavo Ojeda Carreras

¿Un balance interno?

Cuando el abanderado por la coalición “Juntos Haremos Historia” aún era candidato, expresó una opinión desfavorable sobre el trabajo que han realizado los ministros de la SCJN. Aún después de que el político tabasqueño la destapara como la próxima Secretaria de Gobernación, Sánchez Cordero manifestó no compartir esa postura y desde entonces ha mantenido su opinión. ¿Qué dicen estos desacuerdos sobre la correlación de fuerzas que veremos en la administración, durante el próximo sexenio? Después de todo, estamos hablando del segundo puesto en importancia dentro de la estructura del Poder Ejecutivo.

Más aún, con el reciente anuncio del reprobable Manuel Bartlett al frente de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), queda claro que el asunto de la reducción de salarios no se reduce a un hecho aislado o anecdótico. ¿La razón? Tatiana Clouthier –la mujer que fungió como la arquitecta de la campaña de Andrés Manuel– también mostró sus reservas frente a la designación de quien lleva consigo la sombra del fraude del 88. La ex coordinadora de campaña declaró a la prensa que “había mejores opciones” para el cargo. Clouthier, por su parte, encabezará una subsecretaría dentro de la misma SEGOB, lo cual nos hace preguntarnos si estaremos presenciando el ensayo de un gobierno inédito donde la pluralidad de opiniones será parte del ejercicio del poder.

En todos lados se lee que el Congreso es el contrapeso efectivo al poder ejecutivo. Y apenas hace una semana, Katia D’Artigues se preguntaba en redes sociales si esta puede ser una nueva manera de hacer política; si el que un gabinete presidencial manifieste su desacuerdo con el mandatario puede llevar a establecer una especie de “contrapeso interno”.

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Pero el debate puede ir más allá. En estos días se discute ampliamente sobre la relevancia y el estado actual del federalismo en México. Se dice que el bicentenario pacto federal nunca quedó del todo solidificado y, por el contrario, el centralismo resultó pernicioso para la distribución del poder entre las entidades. Quizá la discusión puede ampliarse también al presidencialismo, de manera que nos preguntemos si estos desencuentros entre el futuro presidente y su gabinete suponen un relajamiento de aquel modelo, donde la moneda de cambio es “sí, señor Presidente, lo que usted diga”.

Tatiana Clouthier

Foto: Notimex

Gobernar desde el debate

Cabe preguntarnos, ¿de verdad seremos testigos de una nueva manera de gobernar, libre de decisiones verticales? ¿O serán estas declaraciones parte de una pantomima? Cambiando de acera, ¿no serán señales de una fractura interna entre el presidente electo y su próximo equipo, ahora que la luna de miel está por terminar? En todo caso, si algo demuestran estos desencuentros es que las transiciones siempre son accidentadas y complejas.

En lo que respecta a los procesos de toma de decisiones, la confrontación de posturas es benéfica, siempre y cuando permita acercamientos más constructivos. Asumiendo que esta tendencia continúe, si el presidente electo y su gabinete son inteligentes, sabrán capitalizar esa pluralidad en beneficio de los ciudadanos. Si no lo son, sus desacuerdos llevarán a la parálisis y se estancarán las decisiones. O peor aún, se replicarán las conductas autoritarias con las que se busca romper.

Lo innegable es que a los ciudadanos nos beneficia más un debate abierto que el aplauso autocomplaciente.

Cristian J. Vargas Díaz es licenciado  en  Relaciones  Internacionales  por  la  Universidad  de  Guadalajara,  e  “intrigoso” como  consecuencia.  Les  debe  a  Ray Bradbury,  Juan  Rulfo  y  Thomas  Mann  su  gusto  por  la  literatura  y  su  vejez  prematura.  Cinéfilo  y  “seriéfago”  enfermizo,  sigue  aprendiendo  a  escribir.

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Bolígrafo

 

 

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Opinión

La donación de sangre es un acto solidario y altruista: entre la vida y la muerte

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El Día Mundial del Donante de Sangre fue el pasado 14 de junio, como ocupantes de lo público, comprometidos con informar y concienciar a la sociedad, es imperativo sumarnos a difundir la importancia de la donación de sangre.

La sangre, a manera de recordatorio, es ese líquido vital que transporta oxígeno y nutrientes a todas las células de nuestro organismo, desempeña un papel crucial en la lucha contra las infecciones y la coagulación de la sangre. Por eso es fundamental destacar la necesidad constante de transfusiones sanguíneas para seguir salvando vidas.

Según datos de fuentes oficiales, cada año se requieren aproximadamente 130 millones de donaciones de sangre a nivel global para atender las necesidades de salud de la población. Sin embargo, es preocupante que solo el 1% de la población mundial done sangre de forma regular, lo que genera una escasez de sangre segura en muchos países.

En México, la situación no es diferente, ya que se estima que se necesitan 4.5 millones de donaciones de sangre al año, pero solo se obtienen alrededor de 1.8 millones.

Desde accidentes y traumas hasta enfermedades de la sangre y partos complicados, las transfusiones de sangre son esenciales para tratar una variedad de condiciones médicas.

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En México, los accidentes de tránsito son la principal causa de muerte por traumatismo, y las transfusiones de sangre juegan un papel vital en salvar vidas de víctimas. Tan solo en 2022, las muertes por accidentes de tránsito en el país ascendieron a 15,464 personas.

El cáncer, en sus diversas manifestaciones, requiere de transfusiones de sangre regulares para su tratamiento. En 2020, en México se registraron 193 mil 129 casos nuevos de cáncer, lo que resalta aún más la importancia de contar con un suministro adecuado de sangre para atender estas necesidades. Y las enfermedades de la sangre, como la anemia falciforme, también hacen de las donaciones de sangre un salvavidas para quienes las padecen. Se estima que la prevalencia de la anemia falciforme en México es del 0.1%.

En el caso de partos complicados, las hemorragias postparto son una de las principales causas de muerte materna en México.

En 2020, la tasa de mortalidad materna en el país fue de 19.1 por cada 100 mil nacidos vivos, evidenciando la importancia de contar con un suministro adecuado de sangre para evitar estas tragedias.

Con el pasado Día Mundial del Donante de Sangre (14 de junio) es imperativo actuar y motivar a más personas a donar sangre de forma regular.

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La donación de sangre es un acto solidario y altruista que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte para muchas personas.

¡Sumémonos juntos a esta noble causa y salvemos vidas a través de la donación de sangre! Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

Sobre el autor

Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.

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Opinión

La comunicación y la semiótica en la era del votante pos-ideológico

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En el panorama político actual de nuestro País, la comunicación y la semiótica han cobrado una relevancia sin precedentes en la configuración de las decisiones electorales. Atrás quedó la época en que las ideologías tradicionales dictaban el voto, dando paso a un electorado más diverso y sensible a una amplia gama de factores.

Diversos estudios evidencian un declive en la identificación con ideologías tradicionales en América Latina. Según una encuesta realizada por Latinobarómetro 2022, solo un 14% de los encuestados se identifican como «de izquierda», mientras que un 12% se declara «de derecha». La mayoría, 74%, se ubica en posiciones intermedias o no se identifica con ninguna ideología específica.

En este contexto fragmentado, la comunicación política se ha convertido en una herramienta fundamental para conquistar el voto. Los candidatos y partidos políticos recurren a estrategias cada vez más sofisticadas para transmitir sus mensajes, utilizando desde la publicidad tradicional hasta las redes sociales y el marketing digital.

La semiótica, ciencia que estudia los signos y su significado, ofrece una valiosa herramienta para analizar la comunicación política y comprender cómo los mensajes políticos influyen en las decisiones de los votantes. Al analizar los símbolos, las metáforas y los discursos utilizados por los candidatos y partidos, podemos identificar las estrategias que emplean para construir su imagen, generar emociones y movilizar a los electores.

En las elecciones de 2018, Andrés Manuel López Obrador utilizó un discurso anti-establishment que resonó entre un electorado, impulsándolo a la victoria. Este pasado 2 de junio Claudia Sheinbaum Pardo, centro su discurso en la continuidad y el segundo piso de expresada transformación.

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Las redes sociales han transformado radicalmente el panorama de la comunicación política. Las plataformas digitales permiten a los candidatos y partidos interactuar directamente con los votantes, difundir sus mensajes de manera más rápida y eficiente, y construir relaciones más estrechas con sus bases de apoyo.

La comunicación política seguirá evolucionando a medida que las tecnologías y los hábitos de consumo de información cambian. Es probable que veamos en las próximas elecciones del 2030 un mayor uso de la inteligencia artificial, la realidad virtual y la gamificación en las campañas electorales. En la era del votante pos-ideológico, la comunicación y la semiótica son herramientas indispensables para comprender el comportamiento electoral en nuestra nación. Al analizar los mensajes políticos y las estrategias de comunicación utilizadas por los candidatos y partidos, podemos identificar los factores que influyen en las decisiones de los votantes y comprender mejor el panorama político de la región.

Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

Sobre el autor

Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.

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Cambio climático; podemos construir un México más sostenible y resiliente

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opinión Luis Sánchez Pérez sobre cambio climático

En medio de esta ola de calor que azota a nuestro País, no puedo evitar sentir una mezcla de preocupación y frustración. Y es que, si bien las altas temperaturas siempre han sido parte de nuestro clima, lo que estamos viviendo hoy en día es algo distinto. El cambio climático, esa realidad que muchos se empeñan en negar o minimizar, se está haciendo cada vez más presente en nuestras vidas. Las olas de calor más intensas y duraderas, las sequías más prolongadas, las inundaciones más devastadoras; son solo algunos de los síntomas de esta crisis ambiental que nos amenaza a todos.

Es importante destacar que, más allá de las consecuencias perceptibles del cambio climático como el aumento de las temperaturas, existe un impacto directo en nuestra salud que no debemos subestimar. En un estudio del 5 al 11 de mayo de 2024, se reportaron 19 muertes relacionadas con la segunda ola de calor. Es alarmante observar que el 84% de estas muertes fueron causadas por golpes de calor, lo que evidencia el peligro que representa el calentamiento global para nuestra salud.

Otro dato importante a recordar del mes pasado es cuando la Organización Internacional del Trabajo reportó en abril de este año que más del 70% de la mano de obra mundial está expuesta a graves riesgos para la salud relacionados con el cambio climático, lo que equivale a más de 2,400 millones de trabajadores que pueden verse expuestos a un calor excesivo.

La economía también está sintiendo los efectos del cambio climático. Las sequías afectan las cosechas, los desastres naturales destruyen infraestructuras y las cadenas de suministro se ven interrumpidas por fenómenos climáticos extremos. El estudio de la revista Nature estima que la pérdida económica por el cambio climático al ingreso de las personas en el mundo se acerca a los 38 billones de dólares anuales para 2049 y este costo podría duplicarse para el año 2100. En los próximos 25 años el cambio climático reducirá el ingreso global un 19%, incluso en países desarrollados como Alemania y Estados Unidos que verán una disminución alrededor del 11% y de 13% en Francia.

No podemos seguir ignorando este problema. El cambio climático es una amenaza real e inminente que requiere acciones urgentes y contundentes por parte de todos. ¿Qué podemos hacer? (1) Exigir a nuestros líderes que tomen medidas urgentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, invertir en energías renovables y proteger nuestros ecosistemas. (2) Elegir productos sostenibles, reducir nuestro consumo de energía y adoptar hábitos de vida más amigables con el medio ambiente. (3) Apoyar a organizaciones que trabajan para combatir el cambio climático y difundir información sobre este problema crucial.

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Si bien el panorama puede parecer desalentador, todavía hay tiempo para actuar. Si todos nos unimos y tomamos medidas responsables, podemos construir un futuro más sostenible y resiliente para las generaciones venideras. No dejemos que el cambio climático defina nuestro futuro, tomemos el control y construyamos una nación mejor para todos. Nos escuchamos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

Sobre el autor

Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.

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