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Opinión

Soldados, elecciones y presupuesto

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opinión Juan Carlos G. Partida

Lo del martes en el Congreso de Jalisco fue la puesta en escena de la hipocresía nacional. Panistas dándose golpes de pecho, como Julio César Hurtado, apostando a la desmemoria de los panistas supongo, al criticar la militarización olvidando que el uso del Ejército por el Ejecutivo Federal sacándolo de los cuarteles data de hace muchos años y se intensificó cuando el más santón de los santones blanquiazules, don Felipe Calderón Hinojosa, declaró muy a su incróspido modo una “guerra” contra el narcotráfico.

“¿A poco cree que es gratuito que Felipe Calderón no se atreva a poner un pie en el país? Vive huyendo en el extranjero. Pero así como le sucedió a (Augusto) Pinochet, a (Jorge Rafael) Videla, a otros, tenga la seguridad que a usted, a mí y a todos nos va a alcanzar la vida para ver cómo llega la justicia”, le dijo el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, al legislador panista Hurtado.

No se equivoque el amable lector. No estoy a favor de la militarización de México, tampoco creo que el Ejército sea como dijo Adán Augusto, otro muy diferente al del 68 o al de Ayotzinapa. Creo, como creen todos los gobernadores del país incluidos los que ponen doble cara con tal de golpear políticamente al régimen, que quitar a los soldados de sus labores actuales sería entregar el País aún más a los delincuentes, ante la complicidad absoluta que tienen con todas las policías locales y con muchos políticos.

Los soldados son personas aleccionadas para una obediencia ciega sin chistar, entrenados para que sus facultades físicas estén al servicio de sus superiores en rango, miembros de un cuerpo armado que actúan bajo mandato y que son corruptibles en no pocos casos. Pero están muy lejos de ser cómplices generalizados de la delincuencia, como sí lo son las policías en las cuales pruebas de su infiltración sobran, en particular en Jalisco.

La reunión de Adán Augusto con los legisladores locales y el Gobernador Enrique Alfaro, en realidad fue un intercambio de posturas, porque la aprobación de la iniciativa presidencial para extender la presencia del Ejército en las calles del país hasta 2028, el martes ya había sido otorgada por 23 congresos del país y por el Congreso de la Unión. Lo de Jalisco, jurídica y hasta mediáticamente, era ya intrascendente.

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“Acabaron convirtiéndose en cómplices de los criminales, con Rápido y Furioso entregaron armas sin chip ni geolocalización, por eso está detenido en la corte americana Genaro García Luna, no sé si sea panista pero fue el número dos del gobierno de Felipe Calderón (…) Y si cayó el número dos, quiere decir que había un número uno que era el que giraba las instrucciones”, agregó Adán Augusto en tono premonitorio.

Alfaro, último en el turno al micrófono tras la intervención del Secretario y de diputados representantes de las diferentes bancadas, dijo que estaba de acuerdo con la continuación de la presencia militar en las calles, aunque también señaló que al estar ya aprobada la iniciativa ahora lo que sigue es establecer qué va a pasar de aquí al 2028, pidiendo que el gobierno federal establezca con un proyecto y con recursos un mensaje claro de que esa presencia militar “no va a ser para siempre”, sino que forma parte de una “transición fundada en el fortalecimiento de las policías locales”.

“Hoy necesitamos al Ejército apoyando las tareas de seguridad y no sé hasta cuándo se va a necesitar”, soltó el gobernante, ante el azoro de sus fieles diputados, en particular los naranja-blanquiazules.

Suelo estar en contra de lo que dice Alfaro porque casi siempre habla con mentiras absolutas o verdades sesgadas, aderezadas también de un machismo político demagógico. Pero tiene toda la razón en este caso, se deben aprovechar estos seis años para ahora sí lograr policías locales fiables, capacitadas, que no sean cómplices de los malandros ni se pongan de acuerdo con ellos para hacer como que la virgen les habla y dejarlos accionar libremente y sin detenciones, como es común que ocurra.

Quizá por eso al Gobernador que le gusta que le digan pinche pelón se le salió una frase durante la encerrona en el Congreso, la cual ya no repitió y que seguramente quiere olvidar, luego que Adán Augusto pidió a los diputados -cuyo voto ya no importa- que voten en conciencia.

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“No habrá línea”, dijo Alfaro. Ups.

Partidario

INE.- Es muy clarificador darse cuenta quienes son los que ahora salen a “defender” al INE, similares y conexos. La reforma electoral propuesta, que tiene muchas lagunas que bien pueden ser subsanadas en temas como la sobre representación si se quitan las curules plurinominales, es urgente que ocurra ante el vasallaje absoluto de los consejeros electorales no sólo del INE, sino de los institutos electorales estatales, hacia quienes de manera burda los pusieron en el cargo. El IEPC jalisciense, uno de los 32 organismos electorales locales que duplican no la democracia, sino el despilfarro de dinero público, se sumó este miércoles a la cargada de “defensa” de los organismos electorales. Obvio ¿cuándo han visto que un cochi suelte la mazorca aunque le rompan el hocico?  Por algo el INE escondió su propia encuesta, esa que dejaba claro que el 80 por ciento de los mexicanos quiere la reforma para que haya menos vividores, digo senadores, menos diputeibols, digo diputados, menos consejebrios, digo consejeros electorales. Nadie los extrañaría, de verdad, es un ejército de zánganos que ya debemos quitarnos de encima…

Y ya con esta.- ¿Qué haría usted si durante 2023 cada uno de los 365 días de ese año recibiera 434 millones 603 mil pesos? No se vale que diga volverse loco. Pero con ese dineral que suma en un año 158 mil 630 millones de pesos, podría por ejemplo financiarse la mejor campaña política para ser el próximo presidente de México, sin necesidad de tratos en lo oscurito con patrocinadores que luego quieren recuperar la inversión. Bueno, pues eso recibirá Jalisco el año entrante, cada día 434 millones 603 mil pesos de gasto, para que salvando los compromisos de nómina ineludibles, el Gobernador pueda con ese presupuesto histórico hacer que hasta le salga pelo para llegar con melena a su ansiada candidatura y sacudirse el mote de pelón que él mismo publicita. Y si nos ponemos muy numéricos, como le gusta a los ingenieros, cada hora el gasto de Jalisco en 2023 tendrá un respaldo de 18 millones 108 mil pesos, es decir con poquito más de 7 horas de presupuesto se podría entregar los 140 millones de pesos a la UdeG para su reclamado Museo de Ciencias. Y con menos de lo que se gastará en un día, si deveras hubiera un compromiso como el que suelen pregonar las autoridades, se podría duplicar lo presupuestado para la Fiscalía de Desaparecidos, que buena falta hace al tratarse de atención al problema más importante en Jalisco…

 

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@jcgpartida

 

 

 

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Opinión

La lucha por dignificar el Congreso de Jalisco: Reflexiones sobre el libro de Mara Robles

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El Libro Blanco titulado “Defender lo que se ama” es un documento que nace de la necesidad de dejar un registro claro y exhaustivo de lo que se hizo durante la legislatura de Mara Robles en el Congreso de Jalisco

El Libro Blanco titulado “Defender lo que se ama” es un documento que nace de la necesidad de dejar un registro claro y exhaustivo de lo que se hizo durante la legislatura de Mara Robles en el Congreso de Jalisco.

Pero es más que un informe técnico al final de una legislatura: es una invitación a que se explore una parte fundamental de la reciente historia política de Jalisco, en particular, los temas que marcaron la agenda de Mara Robles.

Entre sus páginas, se encuentran luchas tan importantes como la batalla por asegurar agua potable limpia para el área metropolitana de Guadalajara, la lucha constante por el equilibrio de poderes y otros temas esenciales para el fortalecimiento de la democracia jalisciense.

El capítulo que quiero destacar aquí, sobre la reingeniería administrativa del Congreso, es una pieza clave dentro de este relato más amplio.

No solo porque formé parte del equipo que lideró esta reforma bajo la dirección de Mara, sino porque refleja una de las mayores aspiraciones de nuestra legislatura: dignificar el poder legislativo en un contexto de desconfianza generalizada.

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La lucha por reorganizar y reducir la nómina del Congreso, haciéndolo más eficiente y menos dependiente de los favores políticos, fue un desafío monumental en medio de una legislatura marcada por retos tanto internos como externos.

Este libro no solo documenta el arduo trabajo realizado, sino que lo convierte en una reflexión sobre la política en acción, sobre lo que significa hacer reformas estructurales en un entorno donde la percepción pública del Congreso está por los suelos.

Al igual que la batalla por el agua limpia o el equilibrio de poderes, la reingeniería administrativa fue un tema que tocaba los cimientos de nuestra democracia local, aunque quizás no recibiera la misma atención mediática.

La narrativa de este capítulo, titulada con la mordaz referencia “La fiesta de la insignificancia”, retoma el espíritu irónico de Milan Kundera para ilustrar las dificultades de intentar cambiar una estructura que parecía inamovible.

El Congreso de Jalisco, en ese momento, se encontraba en una situación crítica: una nómina abultada, un gasto desproporcionado en servicios personales, y una estructura organizativa desordenada que favorecía el influyentismo y el nepotismo. Nuestra misión era ponerle fin a ese caos y establecer un sistema más justo, eficiente y transparente.

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La invitación a leer este capítulo es, en realidad, una invitación a conocer una parte de la historia política jalisciense que pocos quieren discutir: el desorden interno de nuestras instituciones públicas. A través de este esfuerzo, logramos realizar un diagnóstico exhaustivo con el apoyo del IMCO, que nos permitió entender la magnitud del problema.

El estudio reveló que el Congreso de Jalisco tenía una de las nóminas más caras y menos eficientes del país. Descubrimos, por ejemplo, que existía un exceso de auxiliares administrativos, que había disparidades salariales incomprensibles y que muchas adscripciones de personal no correspondían con la realidad.

A lo largo de este capítulo, se pueden encontrar detalles específicos sobre las soluciones que propusimos, desde la reducción del personal hasta la implementación de un servicio civil de carrera.

Estas propuestas, aunque encontraban resistencia, tenían como objetivo transformar una institución que, en lugar de servir al pueblo, se había convertido en una fuente de gasto innecesario.

Para mí, como parte del equipo responsable de esta reingeniería, fue un proceso de aprendizaje constante. Cada intento de reforma, cada mesa de trabajo y cada negociación nos enseñaba lo difícil que es implementar cambios estructurales en una institución que, en muchos sentidos, estaba diseñada para resistir esos mismos cambios.

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Sin embargo, al leer este capítulo, no quiero que se vea solo la frustración de lo que no se logró, sino también la esperanza de lo que sí se sembró. Este libro blanco es un testimonio de las bases que dejamos para que las futuras legislaturas puedan continuar con la tarea de sanear el Congreso.

Al invitar al lector a sumergirse en este libro, también lo invito a reflexionar sobre lo que significa defender lo que se ama en el servicio público. No solo se trata de lograr victorias visibles, sino de persistir, de intentar transformar estructuras que a veces parecen impenetrables.

Así como la lucha por un agua potable limpia en Guadalajara o la búsqueda de un equilibrio de poderes son batallas fundamentales, la reingeniería administrativa del Congreso es otro frente en esa guerra por dignificar la política y hacerla realmente útil para la ciudadanía.

Es por esto que considero vital que este libro sea leído en su totalidad. No solo para entender algunos hitos políticos recientes de Jalisco, sino para valorar los esfuerzos que se han hecho, muchas veces desde la invisibilidad, para transformar las instituciones que deberían estar al servicio de todos.

Este capítulo, en particular, es una crónica de esa lucha silenciosa, y espero que, al leerlo, los ciudadanos puedan comprender mejor el trabajo que hicimos, los obstáculos que enfrentamos y, sobre todo, la importancia de no abandonar jamás la lucha por un gobierno más justo y eficiente.

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Sobre el autor

Humberto Mendoza es un profesional comprometido en el campo del diseño y evaluación de políticas públicas en Jalisco. Es licenciado en Administración Gubernamental y Políticas Públicas Locales por la Universidad de Guadalajara con un Máster en Antropología en la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente, lidera el Órgano Técnico de Administración y Planeación Legislativa en el Congreso de Jalisco.

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Opinión

Sheinbaum: Entre la continuidad y la promesa de un nuevo rumbo

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opinion humberto mendoza sobre claudia sheinbaum

El 1 de octubre, Claudia Sheinbaum tomó protesta como la primera presidenta de México, un hecho histórico que marca un hito en la política del país. Su primer día en el cargo estuvo cargado de simbolismo, referencias al pasado inmediato y un claro mensaje de continuidad hacia el obradorismo, que definió los últimos seis años de la administración federal. Sin embargo, detrás de este telón de continuidad, Sheinbaum busca imprimir su propio sello con propuestas que, aunque enmarcadas en la narrativa de la transformación, muestran una orientación que podría significar un cambio de rumbo en algunos temas clave.

El evento de la toma de protesta estuvo dividido en dos actos principales. Primero, Sheinbaum asumió el poder en el Congreso, un momento solemne marcado por la entrega de la banda presidencial. Luego, en un evento frente a sus seguidores en el Zócalo de la Ciudad de México, delineó sus “100 compromisos” para los primeros 100 días de su gobierno. Esta lista no solo buscaba conectar con su base, sino también señalar el camino que pretende seguir en su mandato.

Pero, ¿cuál es el verdadero mensaje detrás de estos compromisos? La respuesta parece estar en la dualidad que Sheinbaum debe gestionar: mantener la herencia política de López Obrador mientras define su propio liderazgo.

Continuidad versus Cambio

Claudia Sheinbaum no rehuyó su filiación con el obradorismo. Los primeros minutos de su discurso ante el Congreso los dedicó a agradecer a su antecesor y mentor político. Sin embargo, en los detalles de sus propuestas y en la selección de los temas prioritarios, la nueva presidenta parece inclinarse hacia una agenda que busca diferenciarse. El énfasis en la igualdad sustantiva, el impulso a las energías renovables y un enfoque renovado en la primera infancia no son casualidades, sino una declaración de intenciones para reconfigurar las prioridades del gobierno.

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Un aspecto que destacó en su discurso fue su compromiso con la equidad de género. Sheinbaum subrayó su condición de primera presidenta mujer, señalando que su gobierno buscará integrar la perspectiva de género en todas las políticas públicas. Hablar de feminicidios, de discriminación laboral y de políticas de apoyo a mujeres de la tercera edad no es solo una cuestión de retórica, sino un intento por diferenciarse de su predecesor, cuyo enfoque en los programas sociales para adultos mayores fue el pilar de su administración.

Por otro lado, Sheinbaum también introdujo ideas que se alejan de las prioridades tradicionales del obradorismo. Entre ellas, el impulso a la innovación tecnológica y a la creación de una infraestructura científica nacional, temas que López Obrador había dejado en un segundo plano. Con propuestas como el desarrollo de manufactura de alto valor y la creación de un satélite nacional, Sheinbaum sugiere una visión que combina el desarrollo social con el impulso al crecimiento económico.

Desafíos Financieros y Políticos

Uno de los principales retos que enfrenta la nueva presidenta es el margen financiero limitado para implementar su ambiciosa agenda. Con un presupuesto fuertemente comprometido y prioridades heredadas que consumirán gran parte del gasto público, Sheinbaum tendrá poco espacio para maniobrar en el corto plazo. Además, muchos de sus compromisos dependen de un aumento en el presupuesto destinado a áreas clave como educación e innovación, lo cual no será fácil de lograr sin enfrentar tensiones internas en su propio partido y oposición desde los sectores más conservadores.

Esta tensión se refleja en la cautela que mostró al presentar algunas de sus propuestas. Por ejemplo, al hablar de extender la pensión para mujeres a partir de los 60 años, Sheinbaum señaló que lo haría de manera progresiva, comenzando con las mujeres de 64 y bajando gradualmente la edad. Este enfoque refleja no solo una estrategia presupuestal, sino también una evaluación política de lo que será posible en los próximos meses.

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Un nuevo rostro para la transformación

Sheinbaum hereda un país profundamente dividido, con retos estructurales que van más allá de la popularidad de su predecesor. La agenda ambiental, con un énfasis en energías renovables, representa una ruptura con la visión que mantuvo la administración pasada, que favoreció las energías fósiles y frenó la inversión en tecnología limpia. Si logra implementar su visión, Sheinbaum podría abrir un nuevo capítulo para México, uno en el que la sustentabilidad y el desarrollo económico no estén en conflicto.

Sin embargo, el camino no será sencillo. La continuidad con el obradorismo es un arma de doble filo: le proporciona una base leal de apoyo, pero al mismo tiempo limita su capacidad de distanciarse y de articular una nueva narrativa que capture a los sectores moderados y a la oposición. En última instancia, el éxito de Sheinbaum dependerá de su habilidad para combinar lo mejor de ambos mundos: la promesa de continuidad con la capacidad de adaptación a los nuevos desafíos.

La pregunta que queda en el aire es si, más allá de la retórica, Sheinbaum tendrá el tiempo y los recursos necesarios para redefinir la “transformación” sin romper con las expectativas del obradorismo. Solo el tiempo dirá si este equilibrio es sostenible o si, eventualmente, se verá obligada a elegir un camino distinto.

Sobre el autor

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Humberto Mendoza es un profesional comprometido en el campo del diseño y evaluación de políticas públicas en Jalisco. Es licenciado en Administración Gubernamental y Políticas Públicas Locales por la Universidad de Guadalajara con un Máster en Antropología en la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente, lidera el Órgano Técnico de Administración y Planeación Legislativa en el Congreso de Jalisco.

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Opinión

México necesita mejores universidades públicas

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México necesita mejores universidades públicas

El Foro sobre Evaluación en la Educación Superior, organizado por Mara Robles Villaseñor en Guadalajara, Jalisco, fue un espacio esencial para discutir uno de los temas más relevantes y menos abordados en el ámbito educativo: la evaluación en las universidades mexicanas. Este foro se vuelve particularmente importante en un contexto marcado por una serie de transformaciones institucionales.

A nivel federal, la creación de la nueva Secretaría de Educación Superior refleja un reconocimiento de la importancia estratégica de este nivel educativo, mientras que a nivel local, Jalisco se enfrenta a cambios importantes, como la renovación de la rectoría en la Universidad de Guadalajara (UdeG) y la inminente transición del gobierno estatal.

Mara Robles, en su papel como moderadora del foro, subrayó la falta de discusión sobre la evaluación en la educación superior, señalando que, a diferencia de la educación básica, donde este tema ha estado en el centro del debate público por años, las universidades han quedado relegadas a un segundo plano en términos de evaluación. Según Robles, este es el momento para que la educación superior sea evaluada desde una base técnica y académica rigurosa, elevando la calidad del debate y evitando discusiones infundadas.

La relevancia de esta discusión no puede ser subestimada, especialmente en un contexto donde las universidades y el sistema educativo en general enfrentan una serie de desafíos sociales y económicos. La evaluación, en este sentido, es una herramienta fundamental no solo para certificar la calidad académica, sino también para mejorar los procesos internos y garantizar que las universidades cumplan su rol en el desarrollo de la sociedad.

Durante el foro, se abordaron múltiples perspectivas sobre el papel de la evaluación en las universidades. Pedro Alejandro Flores Crespo propuso un enfoque centrado en el “bien común”, argumentando que la evaluación no debe reducirse a la certificación, sino que debe considerar las relaciones humanas y los procesos que ocurren dentro de la comunidad académica.

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Esta visión, en medio de los cambios que enfrenta la UdeG y otras instituciones, es crucial para reorientar el sistema educativo hacia el desarrollo integral de estudiantes y docentes.

Otro de los ponentes, Felipe Martínez Rizo, destacó la importancia de evaluar el aprendizaje en el aula desde una perspectiva crítica y sofisticada. Subrayó que la evaluación no debe limitarse a los niveles más bajos del aprendizaje, como la memorización, sino que debe aspirar a medir la creación de conocimiento y el razonamiento crítico en los estudiantes .

Asimismo, Eduardo Backhoff Escudero, experto en evaluación educativa, introdujo un tema clave: la inteligencia artificial (IA) como herramienta para mejorar los procesos de evaluación. Backhoff señaló que la IA tiene el potencial de transformar la evaluación del aprendizaje al proporcionar retroalimentación en tiempo real y ofrecer una personalización más efectiva del proceso educativo. Sin embargo, también advirtió sobre la necesidad de normar su uso y formar a los docentes para evitar dependencias excesivas o malas prácticas .

Este foro no solo abrió el debate sobre la evaluación en la educación superior, sino que también dejó sobre la mesa incógnitas fundamentales que deben seguir siendo discutidas. ¿Cuál es la función esencial de las universidades en México? ¿Qué tipo de universidades públicas queremos y necesitamos para enfrentar los desafíos contemporáneos del país? Y, quizá lo más complejo, ¿cómo podemos conciliar la necesidad de una evaluación rigurosa y justa con el respeto a la autonomía universitaria? Estas preguntas son claves para entender el futuro de la educación superior en México.

El foro nos invita a reflexionar sobre cómo podemos construir un sistema educativo que no solo sea eficiente, sino que también promueva la libertad académica y sirva como motor de desarrollo social. En un contexto de cambios políticos e institucionales, estas cuestiones se vuelven aún más urgentes y, sin duda, merecen una atención constante en los debates que están por venir.

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Sobre el autor

Humberto Mendoza es un profesional comprometido en el campo del diseño y evaluación de políticas públicas en Jalisco. Es licenciado en Administración Gubernamental y Políticas Públicas Locales por la Universidad de Guadalajara con un Máster en Antropología en la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente, lidera el Órgano Técnico de Administración y Planeación Legislativa en el Congreso de Jalisco.

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