Ciudad Erótica

Deseos reales, actos inexistentes

Publicada

Deseos reales, actos inexistentes. 

Tenía un leve dolor de cabeza. Entre mis dedos solo podía ver la sombra de la interacción entre la pantalla y la palabra, pero también la sombra de alguien más. El acuerdo fue muy rápido a través de los mensajes de texto. Llegué a pensar que incluso yo había forzado la situación, pero luego me di cuenta de que estaba equivocada. Esa noche estaba apartada por el destino para convertirse en una buena velada. Era prácticamente un desconocido, pero el interés por cambiar ese estatus estaba presente en ambas partes. 

Lo había conocido en una reunión previa pero en realidad fue poco lo que pudimos conversar entonces. Ese mismo día pude haber conocido uno de sus bares favoritos, pero me negué a irme con él pese a que insistió en que lo acompañara. Creo que tuve miedo, hacía mucho tiempo que alguien no lograba moverme nada en el corazón, o en la cabeza. El había conseguido un estremecimiento completo que no me atreví a enfrentar… hasta esa primera cita una semana después.

Calle Libertad 

La calle Libertad siempre ha sido un buen sitio. Una vialidad tranquila llena de magia en la que concurren establecimientos de todo tipo. Elegimos ir a uno de esos. Era un barecito relajado, con música estupenda y un ambiente de cordialidad que enseguida logró envolvernos. Como sabíamos tan poco uno del otro, hablamos de todo. Pasaron los tragos y la conversación fue llenándose de confianza y carcajadas que terminaban en miradas en la que (advertida estaba), no podía sumergirme si no quería terminar muerta por inmersión. 

Decidí levantarme de la silla y aprovechar para regalarle un abrazo que se sintió cálido y sincero. Para entonces el alcohol ya había hecho lo propio y me sentía deshinibida. Pude haber hecho o dicho cualquier cosa, pero me detuve en ese momento. No quería sentirme rechazada, lastimada desde el inicio, sobre todo porque no sabía a ciencia cierta si había un interés también de su parte. 

Advertisement

Hasta aquí 

Hasta aquí la realidad. En la ficción que pude formar en mi cabeza apenas unos minutos después de habernos despedido, íbamos juntos a caminar por Chapultepec, visitaríamos luego otro sitio, un bar que cerrara aún más tarde. Con las miradas vendría el roce de las manos, los abrazos, aspirar el aroma del otro y reconocer que había humedad entre las piernas. 

Foto: Pinterest.

Los susurros 

Luego irnos a un lugar cercano, en el que pudiéramos estar solos. Una vez dentro, seguramente me habrían temblado las piernas, y él me habría pedido que me tranquilizara, que no pasaría nada que no quisiéramos los dos. Esas palabras que suelen decirse cuando ya todo está perdido, o ganado tal vez, al menos por un momento. Vendrían los besos profundos y las caricias por debajo de la ropa.  Sentir su piel estoy segura que habría sido maravilloso. 

Las mejores historias se quedaron en mi imaginación. Habría continuado con un momento de titubeo y quizá luego sabríamos que estamos haciendo lo justo, lo que el cuerpo gritaba con susurros de excitación. Nos habríamos desnudado de a poco, sintiendo cada centímetro, cada emoción que por fin se liberaba del prejuicio. Sentir su miembro erecto entre las piernas, había sido el inicio del milagro, que penetrara urgente, como pidiéndome más y de hecho hacerlo. 

El instante 

Estoy segura que mi lengua habría hecho un buen trabajo después en sus pezones, sobre su cuello y que mis manos lo habrían hecho explotar con cada caricia, habría depositado su semen en mi boca y tal vez entonces le habría dado a probar para que después hiciera lo propio con mi vulva. Esa humedad mía la habría sentido su lengua y habría hecho una serie de círculos con mi clítoris hasta lograr mi orgasmo. Pensar en sus ojos mirando mi rostro excitado y sentir sus brazos sujetando mis piernas que habrían querido volar, el temblor involuntario y el escalofrío de antes para llegar al calor posterior…

Repetir el momento, cada momento, o simplemente capturar ese instante para las noches de soledad que vendrían después, habría sido extraordinario. Es una buena sensación aún hoy imaginarme a su lado. Hay historias que nunca se cuentan y se mueren en algún sitio, al menos esta podrá vivir.

Foto: Pinterest.

<MTO>

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

LO MÁS VISTO

Salir de la versión móvil