Opinión
Botín político: La corrupción en el Congreso de Jalisco
La corrupción en el Congreso de Jalisco es un claro indicativo de un sistema político plagado de vicios, donde el cambio de partido en el poder no ha significado una mejora en la gestión pública, sino simplemente un relevo en quién se beneficia del botín político.
El partido naranja, que llegó con promesas de renovación y un enfoque diferente, no ha hecho más que perpetuar un esquema donde los puestos y los privilegios se distribuyen no por capacidad o mérito, sino por lealtad política.
Este entramado corrupto ha tenido repercusiones negativas palpables, no solo limitando la capacidad legislativa del Congreso para generar leyes efectivas y justas, sino también malgastando recursos que podrían haber sido invertidos en programas y servicios para la ciudadanía.
El dato del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) es revelador: 649 empleados son considerados innecesarios dentro de una plantilla de 1069. Este exceso de personal, el más alto en relación con el número de diputados a nivel nacional, es una muestra flagrante de la ineficiencia y el clientelismo que caracterizan al sistema.
Los intentos de reforma, como los propuestos por Mara Robles y el Partido Hagamos, se han encontrado con una férrea oposición.
El partido naranja, en particular, ha demostrado su voluntad de aferrarse a las viejas prácticas, incluso intentando legitimar la asignación corrupta de puestos mediante una propuesta que, en esencia, no disminuye la nómina.
La corrupción no se limita a la asignación de cargos; se extiende a prácticas salariales injustas y probablemente ilegales, donde empleados reciben sueldos que exceden por mucho lo establecido por el tabulador oficial.
Esta distorsión salarial beneficia a cargos de menor responsabilidad con ingresos exorbitantes, evidenciando no un error puntual, sino una práctica extendida y arraigada.
Ante este panorama, está claro que cualquier cambio significativo en la lucha contra la corrupción en el Congreso de Jalisco no vendrá desde sus propias filas.
La iniciativa debe surgir desde la sociedad civil, exigiendo una administración pública basada en la transparencia, el mérito y la rendición de cuentas.
Sobre el autor
Humberto Mendoza es un profesional comprometido en el campo del diseño y evaluación de políticas públicas en Jalisco. Es licenciado en Administración Gubernamental y Políticas Públicas Locales por la Universidad de Guadalajara con un Máster en Antropología en la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente, lidera el Órgano Técnico de Administración y Planeación Legislativa en el Congreso de Jalisco.