Connect with us

Opinión

La moneda de cambio del PRI

Publicada

opinión Luis Sánchez Pérez

Desde mayo pasado, la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, emprendió una férrea campaña mediática en contra del ex gobernador de dicha entidad, hoy presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno “Alito”, tras revelar distintos audios comprometedores que retrataban al dirigente tricolor como un político cínico y corrupto. Al inicio, como suele ocurrir con este tipo de filtraciones, Alito Moreno negó la veracidad de esos audios, incluso dentro de distintos programas y espacios que el priista buscó, defendió frontalmente la idea de que eran un montaje y estaban editados, sin embargo nunca negó que él fuera quien hablaba en ellos. Dentro de los temas que se han revelado en los audios, destacan supuestos pagos por temas electorales, conflictos de interés, recepciones de fuertes sumas de dinero, denostaciones hacia empresarios, periodistas e incluso hacia la misma militancia priista, entre otros temas controversiales, por los que incluso se promovió una solicitud de desafuero en su contra.

Sin embargo, cuando parecía que el presidente del PRI estaba contra las cuerdas y que ante las evidencias, no bastaría mucho tiempo para que la militancia volviera a pedir su renuncia (como se hizo en junio, tras el fracaso electoral en los pasados comicios estatales), Layda Sansores anunció a principios de este mes, que no hablaría más sobre «Alito» Moreno, hasta que se resolviera el amparo que este interpuso para evitar la difusión de audios. Pero como dicen por ahí, en política no hay coincidencias… Cabe destacar que el anuncio de la gobernadora de Campeche, se dio unos días después de que la diputada federal del PRI, Yolanda de la Torre, presentó una iniciativa de ley para extender de 2024 a 2028, el plazo en que el titular del Ejecutivo Federal pueda recurrir al Ejército y la Marina Armada en tareas de seguridad pública, es decir que las fuerzas armadas sigan en las calles, hasta 2028, bajo el argumento de que “(…) la Guardia Nacional, pese a sus enormes avances, no ha logrado consolidarse en su estructura, capacidades e implantación territorial, de manera completa; por lo que es evidente que se requiere de más tiempo para ello”.

Este escenario prendió las alertas en las dirigencias del PAN y el PRD, quienes en conferencia de prensa, afirmaron que no secundaban esta iniciativa y que esperaban que el partido tricolor la retirara o que en su defecto, vote en contra de la reforma al artículo quinto transitorio constitucional, que extendería la presencia de fuerzas armadas, y por consiguiente significa un triunfo para el presidente López Obrador. Aunado a esto, los dirigentes de ambos partidos de oposición, anunciaron que la alianza partidista Va por México, conformada por PAN, PRI y PRD, entra en una suspensión temporal, hasta nuevo aviso, lo que representa un triunfo doble para el partido oficialista: un enemigo político que cede y se pone de su lado, provocando una fractura en la oposición, debilitando su alianza, lo que traería cambios importantes rumbo a las elecciones de 2024, donde el triunfo de MORENA parece inevitable.

Posterior a este hecho, «Alito» Moreno junto con un grupo de priistas, salió a defender la iniciativa de la diputada, afirmando que no hay ningún acuerdo con Morena y que el PRI está del lado del pueblo y por ello, retirar a los militares, sería entregar el país al crimen organizado: “Nosotros no tenemos ningún acuerdo en lo obscuro, nuestros acuerdos son públicos. Es una posición que tenemos (…) No tengo nada que esconder, no tengo nada que pactar, no hay nada”.

Pero por si no fuera coincidencia, dentro de esta misma semana se gestó la integración de la Sección Instructora, el grupo es el encargado de investigar y comprobar la conducta o hecho de responsabilidad política y/o penal de algún servidor público; en este caso, serán los responsables de determinar si procede o no, la solicitud de desafuero de «Alito» Moreno, acusado por la Fiscalía General del Estado (FGE) de Campeche de presunto enriquecimiento ilícito. Sin embargo, después de la iniciativa de la diputada Yolanda, el tema del desafuero de «Alito» pasó a segundo plano y ya que no se ha hablado más del asunto; todo parece indicar dejarán pasar los 30 días para el desahogo de pruebas, no nos sorprenda que además se pida la prórroga para extenderlo hasta 60 días, y que incluso, se determine no proceder en su contra.

En política no hay coincidencias y en este caso tenemos una muestra más de ello: MORENA tiene doblado al que fuera su principal opositor y una figura relevante dentro del PRI, generando fracturas entre los partidos de oposición, teniendo una iniciativa a modo para extender la presencia de las fuerzas armadas y fortalecerse como partido rumbo a las elecciones de 2023, donde seguramente logrará arrebatarle al PRI sus bastiones políticos del Estado de México y Coahuila y ni se diga en 2024, ante la falta de opciones serias, que puedan representar realmente una tercera vía política en un país lleno de polarización… Nos leemos la siguiente semana con mejores noticias y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

 

 

Sobre el autor
Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.

 

 

Redes sociales: Facebook  Twitter  Youtube  Siker

Continúa leyendo
Advertisement
Comenta

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Opinión

Ojo, así se roban tus datos personales

Publicada

on

Columna de Ana Olvera sobre el robo de datos personales

Estimado lector, para mí es un privilegio volver a escribir estas líneas luego de una muy larga ausencia. Sin embargo volveremos a encontrarnos en esta columna cada quincena, analizando los temas de actualidad relacionados con la protección de nuestros datos personales y la privacidad que acontecen tanto en nuestro País como en el mundo.

Evidentemente no podemos dejar de comentar lo sucedido en días pasados en Guadalajara, donde existía -y seguramente siguen existiendo- un call center debidamente instalado para llevar a  cabo extorsiones que se extendían no solo al resto de Jalisco, sino hasta a otros veinte estados más de nuestra República, afectando a más de 26 mil personas con llamadas fraudulentas y extorsiones.

Afortunadamente se desmanteló y según declaraciones oficiales se están realizando colaboraciones con instituciones de las demás entidades afectadas, para descubrir a todas las víctimas y por supuesto, invitarlas a denunciar, lo que resulta en una tarea titánica para las autoridades; pero al parecer no lo fue para aquellos cuyo modus vivendi consistía en realizar este tipo de nada honrosas actividades.

Datos personales de los afectados

En ese sentido caben muchas reflexiones, pero la primera es preguntarnos de dónde obtenían la materia prima, es decir, los datos personales de aquellos afectados. Aunque las respuestas pueden variar, quiero que centremos nuestra atención en dos fuentes principales.

La primera y la originaria por excelencia siempre seremos, desafortunadamente, Usted y yo, querido lector. Es decir, nosotros como titulares, dueños de esos datos personales que elegimos, muchas veces sin pararnos a reflexionar en ello, a quién, cómo y para qué le compartimos esta importantísima información.

Y digo que muchas veces sin reflexionarlo lo suficiente, porque participamos a otras personas de manera voluntaria, para poder obtener un bien o servicio; para pedir nuestros alimentos cuando no tenemos tiempo de prepararlos en casa; al inscribirnos a un curso o a nuestros hijos a la escuela, por citar ejemplos cotidianos. Pero también lo hacemos de manera involuntaria, por ejemplo cuando descargamos aplicaciones en nuestro teléfono inteligente o tableta y compartimos datos que no son necesarios; cuando somos poco discretos en una conversación o bien, ¿cuántas veces no hemos tirado a la basura documentación que contiene nuestro nombre u otros datos más sensibles, como nuestra CLABE interbancaria? Seguramente, muchas veces.

Ignoramos el valor de nuestros datos

La segunda causa de obtención de esta información es por medio de aquellos que manejan datos personales, es decir, los responsables si son particulares, o bien los sujetos obligados de orden público. Según me ha tocado atestiguar, parece que cuando la información no nos pertenece, dejamos de tener cuidado en su manejo. Se despersonaliza y solo vemos números, estadísticas, pero olvidamos que detrás de esas cifras, direcciones o palabras, se encuentra una persona que puede verse perjudicada por nuestro descuido de custodia de la información durante el ciclo de vida de los datos personales.

En fin, aunque difícilmente sabremos cómo se obtuvo esa información, es una realidad que decenas de miles de personas se vieron seriamente perjudicadas no solo en su patrimonio, sino muy seguramente hasta en su tranquilidad diaria, por este tipo de acciones ilegales. La invitación es a que le demos la importancia debida a esta información que es tan importante. La que nada más y nada menos, nos hace únicos y nos permite interactuar con el resto de quienes nos rodean. Si tenemos conciencia de la importancia de nuestros datos personales, seguramente nos daremos cuenta de la relevancia que también tiene la información relativa a otras personas. 

La tarea primordial

En un entorno tan cambiante como el que vive nuestro mundo y especialmente, nuestro Estado de Derecho, la tarea primordial con la que contamos es velar porque nuestros derechos a la protección de datos personales y la privacidad no sean violentados y es más, que puedan ser garantizados, sobre todo ante la inminente desaparición de los Órganos Garantes en la materia, de lo que hablaremos en nuestra próxima entrega.

Sobre la autora

Ana Olvera es profesora investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, con intereses en privacidad, bioética y neuroderechos.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: LA EXTINCIÓN DE LOS INSTITUTOS DE TRANSPARENCIA: ¿FALTA DE EMPATÍA O INDIFERENCIA?

Continúa leyendo

Opinión

La extinción de los institutos de transparencia: ¿falta de empatía o indiferencia?

Publicada

on

A veces, hablar de datos personales, de su protección y nuestra privacidad, resulta sumamente abstracto. Aunque incluso trabajemos con ellos, pensemos en la recepcionista de un consultorio médico o el propio profesional de la salud. O en la persona a la que le pedimos la pizza o la comida que consumiremos en ese momento.

Ahora pensemos en las veces que entramos a ciertas redes sociales, como X, Facebook o LinkedIn y encontramos explicaciones acerca de lo importante que es proteger nuestros datos personales, o bien, explicaciones de las resoluciones (que a veces se adjuntan completas) y que más bien, parecen para un público un poco más especializado, que tal vez no seremos nosotros -que solo buscamos un momento de distracción-. En no pocas ocasiones, este tipo de situaciones pasan desapercibidas hasta que somos víctimas de robo de identidad, alguna extorsión o una estafa.

En este sentido cabe preguntarnos al menos dos cosas. La primera, la razón por la que optamos por la indiferencia ante la violación de la privacidad, que se arraiga en una compleja red de factores. La omnipresencia de la tecnología ha normalizado la vigilancia, desensibilizando a muchos ante la vulneración de sus datos personales. La complejidad de las políticas de privacidad y los algoritmos opacos genera una sensación de impotencia, alimentando la resignación. Además, la gratificación inmediata de los servicios digitales y la falta de consecuencias tangibles de la pérdida de privacidad fomentan una actitud apática e incluso, indolente. A esto se suma la polarización social, que fragmenta la empatía y dificulta la acción colectiva en defensa de un derecho fundamental.

La falta de involucramiento nos aísla de nuestra comunidad. Nos desconectamos de los problemas que nos afectan a todos, como la pobreza, la desigualdad, la violencia, la inseguridad y el cambio climático. Nos volvemos indiferentes al sufrimiento de los demás, perdiendo nuestra capacidad de empatía y solidaridad.

Pero la segunda es igualmente preocupante. ¿Qué pasó con el trabajo de los organismos garantes? ¿Fue acaso incapacidad de transmitir e incluso educar al pueblo mexicano? ¿De “conectar”, empatizar? Por que los festivales, las fotos, los congresos o simposios, salvo muy honrosas excepciones, siempre iban dirigidos a cualquier público distinto a lo que han dado por llamar “el ciudadano de a pie”. O como dirían los políticos en este momento histórico, “el pueblo bueno”, ese que difícilmente, con la pobre comunicación de los “expertos” y además con pocos recursos a la mano, comprendió la importancia de un andamiaje institucional como el que logró crearse en materia de transparencia y protección de datos personales. Tal vez eso explique la indiferencia en su defensa.

No cabe duda que asistimos y en gran mayoría, las y los mexicanos solo estamos meramente atestiguando los cambios estructurales que nuestro país esta viviendo. En ese sentido, claro que vivimos una transformación. No sé cuál. Pero bien haríamos en hacer a un lado esa indiferencia, para al menos intentar entender cómo afectarán al ejercicio y garantía de nuestros derechos fundamentales.

No involucrarse en la vida del país también tiene un costo personal. Cuando nos alejamos de los asuntos públicos, renunciamos a nuestro derecho a ser escuchados y a contribuir al bienestar de nuestra sociedad. Nos convertimos en meros espectadores de nuestro propio destino, sin voz ni voto. En un mundo cada vez más interconectado, los problemas que enfrentamos son complejos y requieren soluciones colectivas. La participación ciudadana es esencial para construir un futuro más justo, próspero y sostenible para todos. No podemos permitirnos el lujo de la indiferencia.

Es hora de despertar de la apatía y asumir nuestra responsabilidad como mexicanos. Involucrémonos en los asuntos públicos, hagamos oír nuestra voz, exijamos transparencia y rendición de cuentas. Solo así podremos construir el país que queremos y merecemos.

Sobre la autora

Ana Olvera es profesora investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, con intereses en privacidad, bioética y neuroderechos.
 

Continúa leyendo

LO MÁS VISTO